14- El Grand Way II

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Marco no quería decepcionar a Blake Roberts. De verdad no quería hacerlo. Y no sabía mucho sobre piscología, pero sí sabía que, si dejaba que las cosas siguieran su curso natural sin que él hiciera nada al respecto, algún día se iba a arrepentir. Y la sangre estaría, invisible, en sus manos, para siempre.

En el salón reinaban las risas y el disfrute. Todo lo que pudiera servir para alivianar el dolor llegaba en pequeños platos de porcelana o elegantes copas de cristal, descomprimiendo y restaurando una forzada sensación de naturalidad. Marco comió en silencio junto a los miembros del "círculo" que reían despreocupadamente y hablaban de los posibles prospectos para el nuevo hotel. Y se preguntaba. ¿Tan rápido habían vuelto los tiempos de bonanza? ¿Acaso no estaba el hotel sumido en profundas deudas hasta hacía poco tiempo? ¿Qué tanto había cambiado su situación desde entonces?

La jefa se encontraba enfrascada en una acalorada conversación con Watkins. El señor Way hacía lo propio con Hoxton. Tal vez no se daban cuenta. Tal vez no les importaba. A él, ciertamente, ya le era indiferente.

Se levantó y cruzó las treinta y siete mesas de distancia. Al verlo llegar, Pedro pateó una silla vacía para hacerle lugar.

―Que sorpresita que te guardaste, eh. ―le dijo a Marco cuando este se sentó junto a ellos.

Laura y Melina asintieron.

Él se encogió de hombros.

―Yo también me acabo de acabo de enterar. La jefa no me quiso anticipar nada.

― ¿Dónde piensan que pondrán el nuevo hotel? ―preguntó Laura― En esta isla, con la selva, no creo que haya lugar.

―En la mesa todavía lo estaban discutiendo. ―le respondió Marco― Cuando lo decidan, les aviso. Pero algo me dice que el señor Way ya sabe exactamente donde lo va a poner.― dijo mirando de reojo a la mesa uno.

―Espero que sea incluso mejor que este. –dijo Pedro

― ¿Por?

―Para pedir el transfer. Yo que sé.

― ¿Y qué? ¿Nos abandonarías? ―preguntó Laura– Que guacho.

―No, jaja. Se vienen conmigo.

Las dos chicas se rieron.

―Uy, no. ―dijo Melina de repente– Miren quién viene para acá.

Los otros tres se dieron vuelta y vieron a la jefa caminando a paso firme en dirección a su mesa.

― ¿Te estás divirtiendo? ―le preguntó a Marco una vez que llegó junto a ellos―. No me acuerdo de haberte dado permiso para que te fueras ―Marco hizo un ademán como para levantarse― Dejá. ―le dijo ella– Podés quedarte si querés. Pero vení a buscarme cuando termine la fiesta. Tenemos varios asuntos para discutir.

Marco asintió y la jefa emprendió el regreso hacia su mesa.

―Okey. ―dijo él mirando alternativamente a cada uno de sus amigos cuando se aseguró de que la jefa estuviera lo suficientemente lejos―. No me lo puedo guardar más. Ustedes lo tienen que saber.

― ¿Qué? ¿Qué pasó? ―preguntó Pedro.

Los otros tres quedaron alarmados por el aura de misterio que Marco generó de un momento a otro.

―Sé dónde lo tienen a Roberts. ―les dijo en voz baja, en un esfuerzo porque no lo escucharan el resto de los presentes.

― ¡¡¿¿Qué??!! ―exclamaron los otros tres al unísono.

El Hotel Grand WayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora