Corazones Encantados. [DBZ/AU]

U N O

Capítulo uno: El comienzo.

La joven princesa de aquél pequeño reino en el Monte Frypan estaba a punto de ya no serlo por un largo tiempo, pues se iba a vivir a la ciudad para cumplir uno de sus muchos sueños.

Contempló con nostalgia el hogar que estaba dejando atrás. Una increíble vista al cielo y hermosos recuerdos que con el tiempo sólo en ese lugar se fueron creando desde que nació, le llegaron con fuerza. Ahora todo sólo iba a permanecer en su mente y su corazón.

—¿Estás segura de que esto es lo que quieres, cariño?—preguntó a su hija el gran y fuerte hombre proclamado Rey Ox Satan.

—Papá, es lo que más quiero.—ella sonrió segura.—Y ya me hiciste esa pregunta por quinta vez.—lo miró retadora, aún sonriendo.

—Sabes que nadie más que tu padre se preocupará siempre por ti, hija.—seguido de decirle aquello le dio un fuerte abrazo a su pequeña, quien ya tenía la edad de dieciocho años.

—Sí, papá.—correspondió el abrazo igual de fuerte y un par de lágrimas empezaron a salir de sus ojos.—Pero te prometo que esto será algo sensacional.—se apartó del abrazo y lo miró, con nostalgia.—Te llamaré muy seguido y te enviaré muchas cartas para contarte cómo me va.

—De acuerdo, cariño.—Ox sonrió orgulloso de su hija.—Más te vale contarme cada detalle cuando llegues allá.

—Claro que sí, papá.

Milk finalmente tomó su maleta y su bolso en el cual un kanji de la escuela Kame estaba bordado en la tela. Estaba dispuesta a seguir su sueño de convertirse en una luchadora de artes marciales profesional.

Se dirigió con su padre a la estación de tren más cercana.

—Hija, ¿no prefieres ir en una carroza o auto particular?

Milk lo miró alzando las cejas apenada por su pregunta, negando rápidamente con la cabeza.

—El tren está bien, papá. Recuerda que ya no soy una princesa.—recalcó la pelinegra para que viera las ganas que tenía de ser como una persona normal.

—Oh, Milk, tú siempre serás mi princesa.—Ox volvió a abrazarla por última vez y en lo que había dicho no se equivocaba. Milk siempre iba a recordarlo y lo extrañaría.

Sabía que, al igual que su madre, lo tendrá en su corazón por la eternidad.

El estruendoso sonido del tren acercándose resonó en sus oídos mientras se alejaba de su padre para esperar subir a él. Al detenerse en frente de ella, suspiró nerviosa y lo abordó. Volteó para ver a su padre una última vez, levantando la mano en un adiós significativo.

Él respondió de igual manera, y un grupo de seguidores acompañaron el adiós a la princesa que había decidido renunciar a su título real para perseguir su deseo de convertirse en una luchadora y mujer independiente.