VII

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Milán- Italia

Dos hombres de vestimenta negra, lentes oscuros & pistolas colgadas a su cintura salieron casi que coordinadamente del elevador del último piso de aquel lujoso edificio intimidando a los pocos presentes del mismo.

— El señor Hasan los esta esperando. —Le dejo saber la secretaria presionando el botón debajo de su mesa, para accederles el paso a la oficina de su jefe.

— ¿Qué noticias tienen? — Pregunto el hombre con sobrepeso, alejándose del enorme ventanal que escrutaba la afamada ciudad de Milán con ayuda de su bastón dorado.

Uno de los hombres puso un folder manila sobre el escritorio & prosiguió:

— Efectivamente a salido de prisión señor, & a vuelto a su pueblo.

Como era de esperarse su jefe bufo con frustración, tomó el folder sobre el escritorio, lo abrió & al ver las fotos del susodicho maldijo una & mil veces.

Estaba en grandes problema, pero ninguno que no tuviera solución.

___

Hacienda Meraki.

— Pero papá... — Protestó Gaby por milésima vez en los últimos veinte minutos.
Andrés se había disculpado con ambos ya que tuvo que reunirse con los chicos de la banda.
— Nos veremos mañana mi vida, te lo prometo. — Volvió a repetirle.
— Papá...

— ¿Que pasa?

Tanto Gaby como Franco giraron al escuchar la voz de Sara tras abrir la puerta.

— Mamá— Exclamó su hija con un deje de tristeza— Dile a papá que se puede quedar acá con nosotras, es su casa también...
— Gab, hija ya lo hablamos.— Le acortó su padre con paciencia, pero la joven simplemente no quería alejarse de él ni un segundo más, era injusto que lo hubiera recuperado & no pudiera disfrutarlo como deseaba.

— Haz lo que quieras. — Bufo irritada cruzando sus brazos & dando paso hacia a la entrada de la casa en donde se detuvo abruptamente para luego devolverse & despedirse con un beso & abrazó de su padre. Seguía enojada, pero no iba a irse sin despedirse de él como debía.

Franco mordió su labio inferior intentando no flaquear. Su hija era uno de sus puntos más débiles & odiaba tener que ponerla en aquella situación.
Sara por su parte miraba con amor aquella escena, conocía a Franco & sabía que él se moría por cumplirle el capricho a su hija, & es que ese hombre podía negarle el mundo a quien fuese, menos a Gaby.

— Puedes quedarte si así lo deseas... —Le dejo saber ella acaparando su atención una vez Gaby los dejó solos. Él la miró incrédulo.— Como te dijo Gaby, esta también es tu casa. — corroboró encogiéndose de hombros.

La brisa nocturna sopló de repente & fue ahí que Franco la observó de pies a cabeza acortándole la respiración.

Sara portaba solo su camisón de dormir color crema. La noche estaba fría por lo que pudo notar como sus pezones sobresalían de aquella fina tela.

— No quiero incomodarte... — Aclaró su garganta alejando la vista de aquella fantasía celestial.

Ella no entendía el porqué lo notaba inquieto, mientras observaba como él miraba a su alrededor como asegurándose de que nadie viniese.

— Deberías entrar, está haciendo mucho frío, estás en pijamada & los peones te pueden ver.
— Es muy tarde para que los peones estén acá. —Le dejo saber confusa.
— Como sea, deberías entrar... Yo me voy. Antes de aceptar tu propuesta & redescubrir que hay debajo de ese camisón. —Pensó eso último para si mismo.

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