XI

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La luz de la madrugada empezaba a colarse por su ventana; perfecta para poder admirar a Sara a su lado quien seguía profundamente dormida boca abajo con la sábana envuelta a lo alto de su cintura dejando mucho al descubierto. 

Como si supiera que Franco la observaba, Sara dio un pequeño gemido de satisfacción para luego girar sobre el colchón & ahora deleitarlo con sus redondos & perfectos pechos.

El hombre tuvo que contenerse para no inclinarse & besar aquel par de montículos que tan loco lo volvía; por lo contrario & muy a su pesar tomó el exceso de la sábana que los cubría & la arropó.

Ella poco a poco empezó abrir sus ojos encontrándose con aquella mirada azul libido.

— Hey...
— Hey... — Replicó algo desorientada, pero feliz.
— ¿Estoy a salvo o tengo que correr por mi vida tras la puerta?

Ambos rieron ante su ocurrencia, & entonces ella cubrió su rostro con sus manos.

— La que quiere salir corriendo soy yo. — Confesó sintiendo sus mejillas arder.— Admiro a las personas que se emborrachan & no recuerdan nada de lo que hicieron estando ebrios. Me estoy muriendo de vergüenza.

Franco soltó una pequeña carcajada.

— ¿Vergüenza de qué?
— ¿Cómo que de qué? De venir borracha a tu casa solo para que...
— ... Te hiciera el amor? — Terminó él por ella. Sara asintió.— No deberías tener vergüenza, tarde o temprano si no lo hacías tú lo iba a ser yo.
— ¿Así que te gané?— Pregunto orgullosa con una media sonrisa.
— Me ganaste— Afirmo sutil al mismo tiempo que se acercaba para besarla, Ella correspondió gustosa hasta que su cabeza le dio una sacudida súbita.
— Me duele mucho— Se quejó mientras llevaba una de sus manos a su sien.
— Lo imagino.

Ya previamente preparado, Franco había bajado a la cocina, así que tomó el agua de la mesita de noche a su lado junto a dos analgésicos.

—Bebe esto.— Le ofreció con primor, ella se incorporó & entonces tomó lo que él le ofrecía sin pensarlo dos veces, bebiéndose el agua en dos segundos.
— Juro jamás volver a beber de esta manera.

Franco volvió a reír.

— Ven aquí— invitó tomándola de la mano para soplarle un beso en los labios.— Descansa un poco más!
— Tu no has dormido nada, verdad.
Más que una pregunta fue una afirmación, había notado las enormes ojeras bajos sus ojos.
— Un ratito nada más. Me cuesta dormir últimamente.
— ¿Hay algo que pueda hacer?— susurró mientras acariciaba su barba con sus dedos. Un gesto tan íntimo de parte de ella.

Franco sonrió.

— Ya lo estás haciendo, mi amor.

A continuación Franco volvió a unir sus labios con los de ella soltando un gemido de agrado contra su boca, mientras que ella pasaba sus brazos por el cuello de él para profundizar el beso.

Las sábanas quedaron fuera del alcance.
Estaban completamente pegados mientras se besaban; Franco se acomodo encima de Sara al mismo tiempo que la acariciaba de arriba abajo.

— & aquí vuelve mi adicción— Musitó sobre los labios femeninos haciéndola reír.
— ¿Adicción?.
Él asintió mirándola a los ojos.
— A ti... A tú cuerpo... A tus besos, A tú sabor.

Culmino diciendo mientras bajaba poco a poco por el delicado cuerpo, saboreando cada centímetro de piel a su paso.

Una vez llegó a sus pechos suspiró para luego lamer un pezon, luego el otro. Ella tembló ante la sensación.

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