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La lluvia había aumentado en el corto trayecto de la hacienda de su hermana a la hacienda Trueba. Pero aquello no la detuvo.

Una vez Gonzalo estacionó el auto en la entrada principal no pudo evitar sonreír ante los mil recuerdos que aquel lugar tenía.

— Esta todo oscuro Patrona.

Sara asintió al ver que en efecto estaba todo apagado, no había ninguna luz encendida en las ventanas a excepción de la luz de la fachada.

— Me bajaré, usted vallase a su casa.
— Mejor déjeme marcarle al patrón, así él viene por usted.
— Gonzalo, Hágame caso!
— Pero señora Sarita, usted sabe que el señor es capaz de matarme si se entera que usted vino & él no está. Además está lloviendo & usted, bueno usted a bebido.

Sara sonrió al recordar las mil veces que Franco había regañado a su pobre empleado por cumplir sus "caprichos" como él les llamaba, era entendible que el pobre hombre estuviese traumado...

— Estaré bien. No se preocupe. Vallase a su casa que ya es muy tarde.
— Déjeme por lo menos acompañarla a la puerta.
— Gonzalo, me está desobedeciendo & sabe que eso no me gusta. — Le advirtió la morena arrastrando cada sílaba de la oración, Gonzalo asintió resignado.
— Bien, pero me quedaré aquí hasta que entre.

La lluvia se estaba tornando cada vez más fuerte & su patrona no estaba al cien por cien, no podía arriesgarse a que le pasara algo. Su patrón lo mataría de la peor forma posible, además que ni él mismo se lo perdonaría.

Sara bufó, pero aceptó. Bajo del auto & aunque el piso le tembló por el alcohol en sus venas corrió hacia la entrada evitando inútilmente no mojarse.

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Paralelamente Franco se encontraba acostado en su cama observando como el techo de su habitación se iluminaba cada tanto por los relámpagos de la lluvia.

No podía dormir.

Como ya era de costumbre las malditas pesadillas lo despertaban cada tres minutos.

Resopló exhausto al mismo tiempo que tomaba una almohada & la ponía sobre su rostro.
¿Cuanto tiempo más tendría que pasar para poder dormir con tranquilidad!?
Le preguntó al universo pero en respuesta escuchó el sonido del timbre; confuso miró la hora en el reloj de su mesita de noche & al ver que eran casi las dos de la mañana se sorprendió & entonces se levantó rápidamente pensando que podría ser uno de sus hijos.

Bajo las escaleras lo más rápido que pudo & al llegar a la puerta abrió la misma llevándose la sorpresa de su vida.

— ¡¿Sara!?
— Hola— Saludo la mujer con una pequeña sonrisa & entonces él también sonrió, perdiéndose en aquel par de ojos marrones & sintiendo el tiempo detenerse.

— ¡Estás mojada!— Exclamó reaccionando al escuchar un pequeño trueno— Pasa, por favor!.

Le invitó al mismo tiempo que abría más la puerta. Sara entró sintiendo sus piernas temblar & su corazón palpitar a mil por hora.

— ¿Andrés & Gaby están bien?— Le cuestionó él apaciblemente mientras se dirigía a la chimenea & proceder a encenderla.

Ella no contestó, no pudo.
Estaba embelesada viendo la ancha espalda del hombre frente a ella quien no llevaba nada más que unos pants negros de pijama.

Franco al no obtener respuesta giró sobre sus talones para verla & fue ahí que Sara pudo admirarlo mejor.

Estaba más delgado que hace tres años, pero su cuerpo se veía mucho más trabajado, sus brazos estaban gruesos & su pecho & abdomen se veían firmes & duros.
Por inercia mordió su labio inferior imaginando mil escenarios en su cabeza.

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