Destino final

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¿Verdaderamente lo estaba haciendo bien? Cada día que pasaba, aquella persona sentía un vacío más grande dentro de su ser, como si no se permitiera disfrutar de los colores de la vida y quisiera estar aferrado a la tan temible soledad que lo llamaba en las noches.

Necesitaba un respiro de todo, desaparecer de la gente, estar solo para encontrarse consigo mismo y pensar en las cosas que no ha podido lograr por aquellos sentimientos que lo atormentaban. Se sentía insuficiente, aunque tuviera todos los logros del mundo que pudieran existir. Sacaba excelentes notas, tenía amigos, practicaba deporte, su familia era de las más amorosas que existían e inclusive tenía novia. Entonces… ¿Por qué?

¿Realmente todo eso era suficiente para él? ¿Por qué se esforzaba?

Realizaba cada cosa para satisfacer a los demás, pero ¿qué había hecho para satisfacerse a sí mismo?

Cuando la soledad tocaba a su habitación, no salía de ahí con la excusa de estar estudiando para seguir siendo el estudiante perfecto. Sus papás sin dudarlo lo felicitaban y no lo molestaban, siendo que estaban cometiendo un gran error. Él podía sentirlo, estaba consciente de que la soledad caminaba lentamente por su habitación, tocando suavemente los muebles de madera y después dirigiendo una mirada con un gran destello: hoy tocaba festín.

En un movimiento ágil llamaba a su mejor amiga, la ansiedad y empezaban con su rutina. A él no le gustaba; dejaba de comer, se metía todo el día en su cama con las sábanas encima de su cabeza en un intento de alejar aquellos sentimientos, pero al momento de sentirlos cerca, ya no podía hacer nada. La sacudida intensa de su cuerpo aumentado con una fuerte hiperventilación se hacía presente, lágrimas calientes salieron de sus ojos y se sostuvo fuertemente la cabeza en un vago intento de no cuestionarse por la más mínima cosa. Escuchaba risas, eran la ansiedad y la soledad burlándose descaradamente de él.

Otro sentimiento se hizo presente: la depresión había llegado y trajo su mejor movimiento. Pensamientos suicidas.

Gritó, pataleó, se tumbó al suelo y colocó sus rodillas en su pecho. No, no quería.

Pero...

¿Y si mejor dejaba este mundo? Así no tendría que preocuparse por satisfacer a terceros, solo sería él siendo feliz.

Claro, lo que quería era felicidad, sentir paz.

Se levantó, vio una navaja en su escritorio y sonrió. Esta sería su salvación.

InconsistenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora