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I — con la luz que encendió, él creyó que yo cambiaría

(1515 - 1516)

17 - 18 años

La notificación de que había sido nombrado capitán fue agridulce.

Llevaba un par de años allí y cada vez que le anunciaban que había subido otro rango más, sentía que se metía más aún en un hoyo (¿o tumba?) que él mismo había cavado cuando decidió ingresar a aquel lugar con quince años.

¿Se arrepentía? No. Pero no podía dejar de sentirse fuera de lugar. 

Las personas allí no le conocían, no sabían quién era realmente, cuáles eran sus intenciones para estar allí y cuánta lealtad poseía por la institución. Lo que Law tenía claro era que haría lo que fuera para destruir la vida de aquel hombre.

Y ese era el problema.

Prácticamente a la vez le había llegado la noticia de que Doflamingo había sido nombrado shichibukai.

Y por lo mismo no podía evitar sentir que el título que la marina había decidido darle a él, Yukihyō, era una especie de cadena.

La rabia dominaba su cara mientras caminaba hacia la oficina de Sengoku para exigir algún tipo de explicación, para más encima encontrarse a Garp y Tsuru compartiendo galletas de arroz con el almirante de flota, casi como si estuvieran esperando aquella reacción de su parte.

Pero tampoco sabía qué decir. No todos en aquella habitación sabían el trasfondo del ahora capitán, y quizá por lo mismo Sengoku estaba en compañía, para evitar un enfrentamiento con Law.

—Felicitaciones por la promoción —le dijo Tsuru con una ligera sonrisa que no alcanzaba sus ojos, ofreciéndole una galleta, la que Law se encontró recibiendo—. Se vienen tiempos duros, Yuki.

—Como odio a ese tipo —refunfuñó Garp mientras miraba el periódico, donde estaba el anuncio de que Donquixote Doflamingo había sido nombrado como uno de los siete guerreros del mar, por lo que podría hacer lo que quería, incluyendo ir a Marineford—, y ya no podré darle un puñetazo.

El vicealmirante nunca se aguantaba sus comentarios problemáticos, y Law nunca sabía si era algo que hacía para demostrar que el viejo sabía quién era realmente él, que era consciente de su conexión con la familia Donquixote, e incluso sobre Flevance, pese a que nunca se lo había comentado. O quizá solo era coincidencia y simplemente decía lo que quería cuando se le antojaba. Privilegios de haber peleado como un igual ante Roger, suponía él.

Pero en momentos como aquel la paranoia lo carcomía, la sensación de pensar que más personas sabían sobre él lo superaba. Las ganas de pedir un traslado para no tener que toparse con aquel hombre eran considerables, y el terror a que alguien lo pudiera observar usando sus poderes y que de alguna forma aquel titiritero se enterara de que el usuario de la Ope-ope estaba más cerca de lo que creía (y vivo), era algo que no podía enfrentar.

Porque más encima, ahora que era un miembro de los tres poderes, ¿cómo se suponía que iba a acabar con aquel hombre? Garp tenía razón.

—Lo tendré vigilado cuando haya reuniones —anunció Tsuru, con la mirada ladeada hacia el marine más joven—, esto me parece un error. Debió haber jugado bastante sucio para conseguir el puesto.

a fish in a birdcageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora