5. Una Rosa

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De un momento a otro el cuarto se llenó de luz. —¡ARRIBA!—la voz de Alexa pareciera que rebotaba por las paredes.

—¡Largo!—hable aventándole una de las almohadas que tenia cerca. —¡No quiero a nadie!—me senté de golpe en la cama.

—Durante dos semanas no has salido de esta habitación. Insisto en que debes salir.

—No hay nada para mí, afuera, en el exterior—me deje caer nuevamente. —Ni siquiera ir a la Academia.

Salió del cuarto negando con la cabeza. Alexa no podía decir absolutamente nada pues durante estas dos semanas había estado saliendo en las noches y regresando antes de que saliera el sol.

Intente ponerme al corriente con las tareas de la escuela o al menos eso intente cuando los gritos de Alexa empezaron a escucharse por todo el pasillo. —¡Hermana!—empezó a golpear la puerta de mi cuarto. —¡HERMANA!—abrió la puerta.

—Alexa, ¿Qué te he dicho de entrar así a mi cuarto?—me levante de golpe de mi escritorio.

—¡Shhh!—se abalanzo sobre mi para taparme la boca. —¡Arréglate!—quito la mano y se abalanzo sobre mi armario aventando ropa tras ropa a la cama.

—¿Por qué?

—¡Esta aquí Coriolanus!

¿Coryo?

Corrí a buscar cualquier cosa que se viere decente, pero siempre Alexa tenia que ayudarme, me hizo una trenza dejando unos pocos mechones sueltos cayendo sobre mi frente. —Espera—un poco de labial de ella y perfume fueron los toques finales.

Coriolanus estaba en la sala sentado, con el uniforme de la universidad. —Alice—se levanto cuando me vio entrar. —T-te traje esto, una rosa.

La iba a tomar cuando mire de reojo a mi hermana. Le hice una seña para que se fuera de la sala, pero quería estar ahí, tome la mano a Coryo y salimos del apartamento. —Lo siento, pero no soporto que Alexa se meta en mis cosas—hable cuando llegamos a la calle. —Gracias por la rosa, Coriolanus—le di un beso fugaz.

—De nada—seguimos caminando por la calle. —¡Oye!—rápido se compuso antes de que cayera por el último escalón del parque.

Snow quedo un tanto más elevado pues estaba un escalón arriba de mi. Abrió la boca para hablar cuándo. —Coryo.

Puse los ojos en blanco cuando aquella voz apareció entre nosotros.

¿Acaso no tiene nada más que hacer?

—Señora Plinth—una sonrisa se dibujo en el rostro de Snow. Entrelace mi brazo con el de Snow.

—Alice—me dedico una sonrisa, pero estaba lejos de que pudiera responderle.

Solo asentí. —Estaba por ir al departamento, pero que bueno que los veo—hable mirándonos. —Esta noche daremos una pequeña reunión, y me gustaría que fueran los dos.

—Si, estuviera bien.

Se me ocurrió hacer lo único que pude pensar. —Lo siento, pero no tengo ropa—solté con la esperanza de que incluso mi novio entendiera que no quería ni siquiera ir de nuevo.

—No tienes de que preocuparte querida—dio un paso adelante, poniendo su mano en mi hombro. —Coryo, y tú pueden ir a comprar ropa para esta noche, es más llévense mi chofer.

¡¿QUÉ?!

Snow acepto, nos fuimos a buscar la ropa, me gustara aceptarlo o no, traer a un Snow del brazo era como decir: "MIRENME", no podíamos pasar por un lugar sin que las miradas se posaran en nosotros, pero a Snow pareciera que le encantaba la atención; y no podía negar que era perfecto.

—¡Snow!

¿Ahora quién?

—Clemen—habló Snow con una pequeña sonrisa, pero al mismo tiempo dando un pequeño paso hacia atrás como si le tuviera miedo. —Qué bueno verte.

—¡Vaya!—la pelinegra tenía aspecto bastante raro, ya tampoco era aquella niña con la que había compartido gran parte de mi infancia. Su piel era de un tipo amarillo. —Cresswell volvió—me barrio con la mirada, y su mirada se clavo directamente en nuestras manos.

—Hola, Clemencia—hablé. —Es bueno verte, pero tenemos que irnos, venimos a buscar algunas cosas que necesitamos—jale disimuladamente a Snow para que nos fuéramos.

—Los veré pronto.

Seguimos caminando, y el agarre de Coryo se había hecho más fuerte; era como si se quisiera aferrar a mi o a una realidad, mejor dicho. Pasamos bastante tiempo intentando que Snow eligiera entre unos cuantos trajes para aquella noche. —¿Me ayudas?—sonreí y camine para ayudarle.

—¿Cómo es que Coriolanus Snow, no puede abrocharse el botón de la camisa?

Levanto el cuello para que pudiera hacerlo. Tomo mi rostro entre sus manos y sin decir nada pego sus labios a los míos, nos quedamos frente con frente.

—No me gusta esta camisa para ti—sonreí antes de romper aquella conexión.

No dijo nada solo empezó a desabrochársela, se dio la vuelta para tomar otra de las camisas, cuando vi aquellas cicatrices que tenia en su espalda. Con cuidado me acerque a él, tratando de tocarlas. —¡NO!—se dio la vuelta rápidamente y agarro mi muñeca, sus ojos se habían obscurecido.

—¡Suéltame!—jale mi brazo, y me pegue a la pared. Le ordene al chofer que me llevara a mi casa, las cosas que habíamos comprado las deje en la cajuela del coche.

Nunca pensé que llegaría a ver de aquella manera a Coriolanus Snow.

***

—¿No vas a salir?

—No, no tengo ganas.

—¡Como sea!—hizo un gesto. —No me esperes—sin decir más Alexa salió de departamento.

No pasaron ni cinco minutos cuando el timbre volvió a sonar. —¿Ahora que se te olvido?—abrí la puerta. —Tú no eres Alexa.

—No, pero vengo por ti.—Clemencia avanzo de aquella manera alegante que solo ella sabía, su cabello estaba peinado con una cola bastante alta, llevaba un vestido negro. —¡Arréglate!, tenemos que llegar a la cena de los Plinth.

—No tengo ganas de ir—respondí volviéndome a sentar y tomar mi libro.

—¡Por favor!—me un golpe me quito el libro. —Cualquiera mataría por tener como novio a un Snow, y más a Coriolanus; aun después de su última relación.

—¿De que hablas, Clemencia?—pregunte con la ceja arqueada.

—¿No te lo ha contado?

Seguía sin entender lo que estaba pasando. —¡Bonita!, ¿de verdad pensaste que eras la primera novia de Snow?, ¡No!, hubo alguien antes de tu—se quedo pensando un poco. —Creo que se llamaba Lucy Gray, me parece.

Un amor de invierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora