Capitulo 3.

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Loren.

Al otro día es lo mismo. Levantarme, prepararme, desayunar y irme al instituto. Es aburrido pero es algo que tengo que hacer todo el año. Aunque me de pereza.

Hoy el día está lindo, no me quejo. Hace un poco de calor, pero no mucho. La verdad prefiero más el otoño, siempre me gusto más. Ver cómo las hojas caían de los árboles, que el viento haga que mi cabello vuele por todas partes y la gran sensación de caminar y escuchar las hojas crujir. Me facina.

La primavera es linda también, pero prefiero una y mil veces el otoño.

Voy bajando las escaleras y escuchó el parloteo de mis peques, los veo jugando con sus autitos, mientras corren por toda la sala, sin parar de reír. Veo como Carmen se ríe de ellos mientras toma su taza de café y papá mira el periódico con seriedad, pero no contiene la risa al ver a los niños.

Bajo por completo y papá se da cuenta, se levanta mientras camina hacia mí.

-Buenos días, mi chiquitina- dice dándome un beso en mi frente.- ¿Cómo amaneciste?.

—Buenos días, pa—. Murmuró con una mini sonrisa—. Amanecí bien, ¿Y tú?.

—Bien hija, siéntate, tienes que desayunar antes de ir al instituto—. Habla mientras me señala la silla—. Carmen hizo panqueques para ti, tus favoritos.

Veo los panqueques en mi plato y una mini sonrisa se asoma en mi rostro. Me encantan los panqueques. Me acuerdo cuando mi abuelita Teresa me los hacía cuando estábamos en el campo. Super ricos.

Mamá nunca hacía panqueques para mí, no le gustaba cocinar, decía que no era lo suyo y que lo tenía que hacer yo. Siempre hacía panqueques para mis hermanitos y para mí. Tenía la receta de la abu y quedaban riquísimos, pero no sé comparan a los de ella. Los de la abu son lo más.

Camino hacia la silla y me siento. Veo a los peques sentarse en sus mini sillas para seguir desayunando.

Pruebo los panqueques y el sabor dulce hace que de mi boca salga un quejido placentero. La verdad si que está rico.

—Gracias Carmen, están muy ricos.

Carmen sonríe por mi comentario.

—De nada Enny, me alegro que te gusten.

Una vez terminó voy a mí habitación a recoger mi mochila y mis cosas para la universidad. Bajo y subo al auto para que padre conduzca a la escuela de los niños para después llevarme a mí.

***

No he pisado el instituto todavía y ya me quiero ir. Quiero seguir durmiendo. Tengo mucha pereza el día de hoy, aunque pensándolo bien, todos los días tengo pereza, pero hoy más que nunca.

Entro al instituto mirando para todos lados, sintiéndome rara, no sé que me pasa la verdad.

Voy hacia los casilleros en busca de mis cuadernos de química ya que es la materia que me toca. Cómo detesto química. Prefiero... Bueno, en realidad no prefiero ninguna.

Cuando cierro el casillero veo la sonrisa inmensa de Antonella haciendo que me asusté y casi pegue un grito.

—Hola, Loren—. Habla con una voz neutral como si recién no me hubiera dado un gran susto.

—Por dios, Antonella. Me has pegado un susto—. Digo tocando mi pecho y sintiendo mi corazón bombear rápido.

—Lo siento. No era mi intención—. Habla con un poco de pena por la situación.

No Es Correcto (En Proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora