19

86 29 2
                                    

Regresar a Los Ángeles fue lo mejor que me pudo haber pasado, pensé que ir a Wisconsin con mi hermano sería lo correcto pero valla que no fu así

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Regresar a Los Ángeles fue lo mejor que me pudo haber pasado, pensé que ir a Wisconsin con mi hermano sería lo correcto pero valla que no fu así.

Los moretones de mi cuerpo poco a poco se iban desvaneciendo con los días, eso era bueno, pero mi corazón seguía sufriendo.

Al llegar a casa mi madre me ayudo a desempacar un poco mientras mi padre fue al supermercado para comprar comida porque en casa no había nada de alimentos.

—Hija ¿Dónde coloco tus playeras? —pregunto con un montón de playeras dobladas sobre sus manos.

—En el cajón que está en el clóset —respondí mientras acomodaba mis lociones.

Mi madre no tardó en volver a mi cama donde se encontraba mi maleta casi vacía.

—¿Esto es tuyo? —pregunto alzando un pulsera con la mitad de un corazón.

Me asombre al ver la pulsera de Albert entre mis cosas, yo no la había tomado y mucho menos lo había echado ahí dentro.

—¿Dónde lo encontraste? —camine hacia ella.

—Estaba adentro del bolsillo de tu pantalón blanco.

Mire con odio esa pulsera, pero mi madre esperaba que le diera una explicación de quien era —Debe ser de Alex —relaje mi voz y mi vista—. Seguro lo agarre por equivocación.

—Será mejor que se lo envíes antes que piense que lo perdió —sugirió dejando la pulsera sobre la mesita de noche.

Terminamos de arreglar la ropa y después bajamos a cenar lo que mi padre había cocinado.

—Te ayudo —me tomo del brazo y bajamos juntas las escaleras.

—Mamá estoy bien —sonreí—. Ya no me duele tanto.

Me miró un segundo —¿Segura que no te duele? —Apretó un poco con su mano el costado de mi estómago, haciéndome quejarme del dolor—. Ya sabía.

En definitiva mi madre le divertía tener la razón en todo, caminamos hasta llegar a la cocina donde se encontraba mi padre.

Me senté cerca de la barra viendo como mi familia servía la cena.

—Que bien huele —comente.

—Hice lo que pude —añadió mi padre.

—Amor —hablo mi madre acercándose a la estufa—. Te dije que comprara todo lo de la semana.

—Jennifer, vamos mañana, hoy solo fui rápido al supermercado porque necesitaba ir a la pastelería por el postre favorito de mi niña.

—¿Cuál postre? —pregunte.

Mi padre acerco hacia mí una tarta—. Tarta de fresas.

Sonreí al ver mi postre favorito de niña cerca de mi rostro.

—Sigues consintiendo a la niña sabiendo lo que hizo —hablo mi madre.

¿Mamá ya sabía? No, eso era imposible, las únicas personas que sabían lo que paso con Alice es Alex, Esteban y mi padre. Ella estaba aún de espaldas cocinando en la estufa, mientras mi padre regresaba al comedor con la tarta.

—¿De qué hablas mamá? —pregunté.

Volteo a verme —Crees que no me enteraría qué la persona que te dejo así, fue la chica que le quitaste a su novio, y que por cierto es amigo de tu hermano.

Voltee a ver a mi padre —Le dijiste —lo mire con desilusión. El jamás había dicho mis secretos.

Mi padre estaba igual de asombrado qué yo —No te juro que no dije nada —negó varias veces con la cabeza.

—Fue Esteban, quien me contó eso —afirmó mi madre.

Ese maldito.

Hice puños mis manos que estaban sobre la barra. Me levante del banco y camine en dirección a mi habitación donde se encontraba mi celular, ahora si le reclamaría a Alex por decirle a mi hermano.

Al llegar busque en mi cama el celular hasta que lo encontré entremedio de las almohadas. Busque el contacto de Alex y llame, no tardo en contestar.

—Hola —saludo a través del teléfono.

—¿Alex le dijiste a mi hermano que Alice me golpeó?

—Sí.

—¿Por qué hiciste eso? —hable molesta—. Pensé que éramos amigas y podía confiar en ti.

—Lo somos pe...

La interrumpí —Pero nada Alex, me traicionaste contándole algo que te pedí que no le dijeras a nadie en especial a mi hermano, sabes que lo provocaste al decirle eso al chismoso ese. Le dijo a mi mamá lo que Alice me hizo, y lo peor es que ella no se detendrá hasta ver a Alice pagando por algo que tuve la culpa, además había convencido a mi padre de no denunciarla y ahora mi madre si lo ara.

Deje de hablar para escucharla, pero no respondía —¡Alex! —grite hacia el teléfono.

—¿Ya acabaste? —pregunto.

Fruncí el ceño —¿Qué?

—Sí. Ya acabaste de decirme lo que tenías que decirme.

—Alex, no te lo estas tomando enserió esto que te estoy diciendo.

Pude escuchar como suspiro hondo. —Natalith, si te escuche y ahora déjame a mí, hablar.

Rodé los ojos molesta —te escucho.

—La razón por la que te dije a tu hermano lo que te hizo Alice, fue porque me contó que ella lo busco para decirle que tú la habías golpeado, a tal punto que estuvo en el hospital.

—¡¿Qué hizo que?! —grite.

Esa chica sí que esta aloca. —Sí. Pero claro que tu hermano no le creyó, porque sabe que eres muy mala en el box.

—Aun así no debiste decirle nada a Esteban.

—Natalith, Esteban es mi novio y es tu hermano, claro que él debía saber lo que te hizo Alice.

Trate de relajarme —Hablamos luego.

Colgué el teléfono antes que dijera alguna otra palabra, me deje hacer sobre la cama mirando el techo, Alex tenía razón, Esteban es mi hermano y también merecía saber lo que me hizo la rubia si ella lo busco para mentirle sobre mí.

Voltee hacia aun lado de mí donde se encontraba la esclava de Albert, me levante de la cama, camine hacia la pulsera al tomarla con mis manos recordé aquellos momentos donde miraba sus manos y ahí tenía su pulsera favorita.

Arroje la esclava al cesto de basura, esperaba que con eso también se fuera a la basura lo que sentía por él.

LO PROHIBIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora