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En todo el vuelo de regreso a París mi mente no sacaba a Albert, me seguía debatiendo si estaba haciendo lo correcto

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En todo el vuelo de regreso a París mi mente no sacaba a Albert, me seguía debatiendo si estaba haciendo lo correcto. No terminamos de hablar bien, lo que hubo entre nosotros.

Melanie sostuvo mi mano al verme algo nerviosa por el aterrizaje, era un alivio tenerla cerca. Después del aterrizaje nos dirigimos al departamento donde rentábamos juntas porque habíamos decidido no quedarnos en el instituto.

Al llegar todo estaba limpio, tal como lo había dejado unos días antes de irme a los ángeles.

—¿No has dormido aquí? —pregunté dudosa.

—La verdad no, me había quedado en el instituto mientras tú llegabas.

—¿Puedo saber porque?

—No quería dormir aquí sola.

Melanie era muy miedosa pero a la vez valiente, más valiente qué yo.

Rodé los ojos divertida.

Deje la maleta aun lado de mi cama para después buscar adentro de mi bolsa mi celular, era de esperarse ningún mensaje de Albert pero si unos cuantos de mi hermano, Francis e incluso de mis padres, respondí a cada uno de ellos.

Antes que fuera de noche Melanie iría a comparar comida —¿Enserió no quieres venir conmigo? —me pregunto mientras se colocaba un abrigo.

—Gracias pero prefiero descansar, mañana tendremos un día de locos.

Sonrió dándome a entender que comprendía qué quería estar sola. —No tardó entonces.

—Sí.

Salió del departamento dejándome sola. Mañana tendría que ir a la universidad y aparentar como si nada hubiera pasado, odiaba eso, pero tenía que hacerlo para no preocupar a nadie que me conociera.

Pasaron minutos.

Melanie llego al departamento, con unas bolsas en sus manos. Había traído comida de mi restaurante favorito. Servimos la comida en uno tazones de cerámica, cenaríamos en la maní sala color café qué había.

—¿Quién te recomendó la película? —pregunté sentándome en el sofá.

—Un amigo —sonrió tomando asiento aun lado de mí.

Encendió la televisión, no tardaron los minutos de la película hasta que me di cuenta de la misma película que mire alguna vez con Francis. Era el quien se la había recomendado

—Oye —le hable sin mirarla—. ¿Sigues en contacto con Francis?

Escuche como se atragantaba con la comida, tomo un sorbo de su vaso de agua.

Sonreí al saber que tenía razón.

—No sabía que habían intercambiado números —continúe hablando.

LO PROHIBIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora