E. Theodore Cartman.
Las memorias del preescolar no son las más claras, suelen ser confusas y no las cuestionó, incluso resulta un alivio no recordar al gran trauma que debió ser ver a mi profesora ser calcinada viva en aquella pequeña aula. Jamás podré entender quién haría tan vil atrocidad frente a unos niños.
Pero sí recuerdo el cuarto grado como una nítida serie de imágenes muy agradables y... desagradables. Los besos de mamá al dejarme a la escuela, esa parada de autobús aterradora, al profesor tan lleno de consejos, los juegos del patio y... a ese niño de gorro tan peculiar que me ha seguido con su presencia desde que tengo uso de razón, en mis sueños, pesadillas y tras las sombras con ojos peligrosos como los de una serpiente oculta en la vegetación.
Es difícil rememorar lo que realmente me hace feliz, son esos recuerdos que apenas puedo definir los que llevó en el corazón para esos días tan duros. Días como en los últimos años, a quienes un día considere amigos hoy me hacen pasar mil y un pesares por el cambio de su trato hacía mí, no soy tonto, era consciente de su falta de amabilidad pero podía ver rastros de bondad genuina que querían liberarse si no fuesen presionados por el resto.
Los días pasan cada vez más dolorosos, hirientes en sus miradas frívolas, algunas cargadas en la lastima, otras llenas de veneno, siendo esta última la más difícil en soportar cuando alguna vez hubo un brillo tan cálido. Quizás fue mi imaginación, es lo que suelo pensar, una locura de mi necesidad cuando los amigos escaseaban -aunque dudo que esta palabra exista aquí- solo hay clanes donde la traición está prohibida si deseas seguir viviendo, porque esta es la ley que nos rige, debe elegir bien el clan a dónde has de pertenecer y no hablar con los demás sino deseas morir a menos que sea para pedir algo a cambio, esto es algo que nos enseñan desde que entramos a preescolar antes de que fuera demolida por los otros niños de la preescolar más cercana.
En ese tiempo no tenía clan, no sabía dónde pertenecía o si de hecho tenía un lugar donde encajar siendo tan diferente mis ideas, comportamiento y anhelos. Pensé que la suerte me había sonreído cuando la apremiante soledad me esperaba por mi falta de aliados o compañeros, ¿quién querría al gordito consentido de mamá? Incapaz de tomar un arma o empuñar un cuchillo, pero... es ahí donde lo vi a él, levantando la mano para exigir mi cabeza a su grupo de cuatro integrantes, todos tan diferentes y, a su vez, simpáticos a su manera perversa. Lo recuerdo claramente, el día en que realmente nos volvimos cercanos y no solo compañeros que se miraban de reojo, fue la primera vez que me hablo directamente.
La manera en que se acercaron parecía premeditada, en aquel entonces pensaba que parecía algo que hace años se había planeado tan meticulosamente para ser tan fácil mi total ceder hacia ellos, pero debía ser mi imaginación, ¿qué querría una pandilla de lo más fuerte y capaz a tan corta edad con alguien como yo?
Kenny, alto y cuyos ojos hipnotizantes en el índigo atrevido me miraba divertido, su rostro era cubierto en una capucha de llamativo anaranjado suponía que costosa dada su procedencia privilegiada, Leopold a su lado con ese horrible cubre bocas negro con estampado de una sonrisa escalofriante... sus ojos me daban mucho miedo, Stan con su mirada fría mientras cubría boca y nariz con una bufanda roja, y por supuesto, Kyle, el líder del grupo que nunca se separaba de estos ni para ir al baño, cabello rojizo majestuoso que deslumbraba cuando el viento ondeaba de esta, sus ojos esmeralda más fríos que los azules del de cabellera negra, severos y siniestros que me aterraban más que el rubio que ladeaba la cabeza analizándome como si fuera un niño, y lo somos aunque no como me gustaría, no tenía atisbo de estar divirtiéndose en lo que hacía, sino le gustaba, ¿Por qué se tomaba la molestia? Estoy agradecido pero...
—Nos llevamos al cerdito.
—Me llamo, Eric T...
Con una mano a la boca me hizo callar, no era el más amable pero tampoco fue tan brusco —. ¿Te pregunte? No, bueno. Vámonos, cerdito.
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Un orgasmo para Kyle Broflovski
Roman d'amourDos mundos que chocan, entrecruzan sus hilos tornándose en caos imperceptible cuando la atención cae en las hormonas y se alejan de la realidad desmoronándose en un particular... -glitch- Entre tantas desventuras jamás podría olvidar aquel día en qu...