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Cuando al fin pude dejar mi egocentrismo de lado, empecé a ver con más detalle mi entorno. Hace mucho tiempo no me había puesto a pensar lo increíble y hermoso que era el universo y, si bien, la mayoria del espacio estaba vacío, aún podía admirar las estrellas a lo lejos. 

Armando constelaciones y buscando otras que mis humanos habían creado, lo vi a él: a quién siempre había tenido como un objeto de burla por el nombre que mis terribolas le habían dado, Urano. Nunca lo había apreciado con claridad, no solo porque estaba muy lejos de mi órbita, si no porque nunca lo había observado detenidamente. No pude evitar quedar hipnotizado por sus, si bien tenues, hermosos anillos: ¿No era una locura? ¡Pensé que solo Saturno tenía anillos! ¿Cómo no me di cuenta antes de la belleza de aquél gigante de hielo?

Al darme cuenta de todo esto, no pude evitar sentirme apenado: aquella belleza que estaba admirando a lo lejos, era el mismo planeta que tanto había ridiculizado durante tanto tiempo. Sentí mucha incomodidad: un retorcer que empezaba desde mi núcleo y se extendía por toda mi corteza. Quería pedirle disculpas por tanto agobio que lo hice pasar, pero llegar a estar frente a él congelaría toda la vida en mi superficie.

¿Qué debería hacer?

— ¿Has considerado enviarle una carta? — Me preguntó Luna, al notarme estresado. — Si no te le puedes acercar, ¡enviale una carta explicándole que lo lamentas!—

Como siempre, Luna me daba sabios consejos, y tal y como me dijo, lo hice. Envié una carta a Urano... Pronto eran 2... Luego 3... Y terminaron siendo cientas de cartas. ¡Nunca me lo hubiese imaginado! Siempre creí que los planetas exteriores eran unos raritos... ¡Pero tengo demasiadas cosas en común con Urano!

Puede que él este muy lejos de mí, pero con las cartas, lo siento demasiado cerca.

"Una disculpa honesta" - Urano x Tierra | SolarballsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora