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Entre conversaciones a distancia, surgió el tema del orígen de los nombres que mis terribolas le habían puesto a los planetas y lunas... Venus como Afrodita, diosa de la belleza, Marte como Ares, dios de la guerra, Mercurio como Hermes, dios de la elocuencia... Y cuando llegó su turno, le expliqué que su nombre provenía de Caelo, dios romano del cielo, y esto fue algo de lo que él se emocionaria bastante, ya que finalmente escuchaba algo sobre su nombre que no eran burlas o algo semejante.
Interesado en el tema, quería saber toda la historia respecto a este dios, a pesar que no entendía bien el concepto de esta palabra.

Le traté de explicar lo mejor posible la historia, de un modo que no lo incomodara, pero el no dejaba de hacer más preguntas al respecto:
“¿Quién era Gea? No recuerdo que me comentaras de ella...” “¿Qué significa “se casaron”?”

Incomodamente, le expliqué que la diosa Gea en la mitología, se trataba de mí, era la diosa de la Tierra, y que casarse significaba un compromiso, una unión entre dos personas. *“Disculpa, Urano, definir que es un casamiento es algo incómodo.”*

No fue mucho el tiempo en el que, después de enviarle la carta explicativa, recibí una respuesta.

«¿En la historia que hicieron tus seres vivos, tú y yo... ¿Estamos juntos? ¿Porque tomaron esa decisión?»

Quería que me trague un agujero negro en ese momento: no sabía que decirle, rápidamente, con un pulso bastante nervioso, escribí que no tenía mucha idea del porque, pero que mis humanos ya tenían esta creencia desde mucho antes de descubirlo como planeta. También, en la carta, lamentaba si lo había incomodado.

La próxima carta tardó en llegarme, llegué a pensar que ya no me contestaría y que ya había arruinado todo, que no íbamos a hablar más. Afortunadamente, luego de un buen rato, llegó la nueva carta:

«No pasa nada, Tierra. No considero esto como algo incómodo... En realidad, me agrada mucho la idea, quiero decir, nosotros estamos siempre a grandes distancias, pero en la mitología estuvimos juntos, ¿no te parece increíble? A mí me encantaría estar casado contigo.»

Claramente, él había dicho que se quería casar conmigo debido a la poca definición que le di respecto a ese término, pero no pude evitar emocionarme. Sentía mi núcleo arder y le mande la siguiente carta:

«A mi también me gustaría, Urano, honestamente...»

"Una disculpa honesta" - Urano x Tierra | SolarballsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora