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Todos estaban acostumbrados a la presencia del chico albino, a nadie le resultaba extraño que tuviera el cabello níveo y unos grandes ojos de cielo enmarcados por tupidas pestañas. Se leía en su rostro sinceridad y bondad. Cosa que me resultaba una fachada para engañar a los bobos humanos. Nadie sospecharía de un joven dulce, amable, atento y apuesto. Llevaba un disfraz impecable. Era la primera vez en mi vida que veía un supuesto humano así. Era tan etéreo como irreal. Solía mirarlo atentamente, esperando a que hiciera algo raro para revelar que no era de la Tierra, pero me aburría al pasar el tiempo y verlo comportarse como un chiquillo. Supuse que me haría famoso cuando pudiera desenmascarar y saldría a la luz todo lo paranormal existente en el mundo.

Me encontraba en mi habitación, mirando las estrellas como solía hacerlo con mi telescopio, fue de mi mamá antes que mío. Ella soñaba con estudiar astronomía, pero por un descuido se embarazó de mi hermana y se casó muy joven para cuidarla junto con mi padre. Tuvo que abandonar sus sueños. Seis años después, nací yo y mi padre falleció, dejando sola a mi madre con la carga pesada de criar a dos hijos. Al final, conoció otro hombre, nos dejó con mi abuela paterna y se fue muy lejos.

El estómago me rugió. Dejé de ver el cielo y me dispuse a ir a la cocina para hacerme la cena. Al bajar, me encontré con mi abuela y Lucien en el sillón, ambos miraban la telenovela mientras comían pan con café.

—Qué horror, mi dulce abuelita conviviendo con el enemigo —expresé preocupado.

—Alex, es divertida está novela, ven a verla conmigo. —Palmeó el lugar vacío en el largo sillón de la sala—. El protagonista es encantador y es amable a pesar de ser huérfano, trabaja en una mansión donde hay una señora alcohólica y un par de gemelas groseras que lo molestan. Toca el violín y tiene un amigo...

—No, gracias —lo interrumpí—. Solo bajé a cenar.

—Mijito... hay pan y café —dijo mi abuela con una voz ronca y temblorosa, propia de su edad y condición.

—Gracias, abue. 

—¡Alex, hagamos algo juntos, algo que te guste! —Lucien se incorporó del sillón lleno de energías. 

—No, gracias. —Tomé un pan de la mesa y me apresuré hacia mi habitación.

Lucien me persiguió con una sonrisa tierna plasmada en su rostro pecoso, me invocó la imagen de un perrito persiguiendo a su dueño. Me adentré en mi cuarto y cerré la puerta antes de que él entrara, puse el seguro. No sirvió de nada mis intentos de alejarlo, con su poder de extraterrestre abrió la puerta. Me iba haciendo la idea de que él tenía la capacidad de manipular el tiempo y espacio, por eso mismo, no me mostraba agresivo e intentaba mantener mi distancia con él. Supe que el momento en que detuvo el tiempo en la escuela y me miró fijamente hacia los ojos, me robó la capacidad de tenerle miedo. El lugar que quedó vacío de mi emoción, se llenó con asombro y un espíritu de aventura que no reconocí tener antes.

—Quiero convivir contigo —dijo al entrar a mi cuarto. 

—Tenemos tarea... —dije y vi en mi viejo escritorio los libros apilados. 

—La tarea es aburrida, no debería existir.

—Usa tus poderes para que los profesores no dejen tarea —sugerí con ironía. 

—No, no, eso sería un desperdicio. ¿Qué cosas te hace ser feliz? —preguntó y tomó asiento en la esquina de mi cama.

—Estar solo —respondí fastidiado. 

—Eso no es verdad, yo sé bien que te sientes solo y te gustaría tener buenos amigos. Yo soy tu amigo, quiero estar contigo y escucharte. 

—Me das miedo —confesé—. Mírate... todo pálido, como un fantasma y el cabello blanco como de viejito —critiqué con dureza.

Tu mentira desde el universo (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora