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Despertó sobresaltada, respirando agitada al escuchar un grito desgarrador, la cabeza le seguía doliendo a horrores pero en el resto de su cuerpo no sentía nada, quiso levantarse pero la tomaron por los hombros para que se mantuviera recostada, poco a poco iba teniendo consciencia de dónde estaba. Estaba en una habitación oscura apenas iluminada por antorchas, pudo distinguir a Erwin, quien se quejaba por el dolor debido a que lo estaban tratando por el brazo, los médicos estaban tratando de que no se moviera mientras lo curaban para que la amputación brusca que sufrió no se infectara y se pusiera peor. Kuchel no podía decir nada, ni hacer nada, solo se quedó inmóvil escuchando los gritos de Erwin, gritos que se sumarían a los Mike en sus pesadillas porque nuevamente ella no puede hacer más que quedarse quieta como una inutil.

—Riko, ¿Cómo esta? —Preguntó una voz, una voz que ella reconocería en cualquier lugar.

—Ella esta bien Levi-Heichō, he terminado, la llevare a descansar —Contesta la mujer.

Quiere verlo, pero solo se quedó inmóvil. Poco a poco nuevamente el cansancio la estaba venciendo llevándose las pocas fuerzas que tenía y lentamente volvió a cerrar sus ojos dejándose llevar al mundo de los sueños, los sueños de una vida extraña. La luz del sol comenzó a filtrarse en la habitación, haciéndola fruncir un poco el ceño, pero alguien cerró la cortina volviendo a poner la habitación a oscuras.

Abrió los ojos lentamente parpadeando con un poco de dolor, la cabeza aún le daba vueltas, cuando finalmente logró tener una visión estable se encontró con su capitán durmiendo en una silla en un rincón de la habitación y a Hange parada frente a la ventana aún con la cortina en la mano.

—Hange —apenas logró murmurar.

Pero fue lo suficientemente alto para que la mujer de lentes volteara a verla.

—Qué bueno que hayas despertado -le dijo Hange con una sonrisa.

Pero era una sonrisa algo forzada, dejando ver la preocupación por la situación en la que se encontraban metidos todos. Todo andaba mal, pero de repente recordó a Erwin.

—¿El comandante? —preguntó Kuchel de inmediato.

Su conversación pareció perturbar el sueño ligero de Levi porque este abrió los ojos y se levantó de la silla donde estaba descansando.

—Esta descansando en Trost, así que decidimos venir a verte -le dijo Hange aún con la sonrisa en su rostro.

Pero algo inquietaba el corazón de Kuchel, temía que esa sonrisa significara que él, ya no estaba...

—¿Él esta bien? -preguntó inmediatamente, no pudo esconder la preocupación en su cara.

—Si, no te preocupes por él —le respondió Hange.

Por su característico chasquido de lengua recordó que el capitán también se encontraba en la habitación, así que ahora su vista se posó en él. Estaba caminando perfectamente pero podía notar que no ejercía mucha presión sobre una pierna.

—¿Su pierna…? -quiso preguntar pero él no se lo permitió interrumpiéndola.

—Eso es algo que no te importa —la regañó cortante.

Nuevamente su ánimo decayó, entonces fue cuando pudo apreciar mejor su entorno. Era muy diferente al cuartel de la legión, ese lugar y esa habitación tenía un ambiente más... hogareño.

—Bien, tengo que ir con Erwin, veré si ya despertó —informó Hange — Hablaré contigo más tarde, hay cosas que quiero preguntarte.

Luego de eso Hange salió de la habitación quedando solamente Kuchel y Levi en la habitación, el capitán no le quitaba la mirada de encima como si esperara algún tipo de explicación del porqué se desmayó entre todo el caos de los titanes cuando fueron a rescatar a Eren, eso era algo para lo que no tenía respuesta tampoco ¿Por qué se desmayó? el silenció de Kuchel lo irritó así que simplemente chasqueó la lengua, pero añadiendo enfado.

Lo Que Ordene El Capitán || Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora