Kuchel Fritz

347 32 9
                                    

Kuchel Fritz, nacida en Marley, padres Eldianos. Un caso raro en el que le pusieron el apellido materno, era un caso más raro ya que fue educada en casa, no la dejaban salir, no podía convivir con otros niños, nada.

—Recuerda siempre mi niña, eres nuestra pequeña luz de la mañana. La luz de la mañana de todos nosotros -decía aquella mujer rubia arropando a su hija.

Pero a pesar de ser tan pequeña sentía que su madre estaba un poco rígida con ella, solo terminó de arroparla y guio su mano a la mesita de noche para apagar la lámpara de aceite.

—¿No vas a cantarme mami? -preguntó la niña.

Pero ella no dijo nada y nuevamente posó su atención en ella.

—Tal vez otro día cariño, por el momento duerme bien. Mañana tienes que portarte extremadamente bien -dijo su madre dándole una sonrisa tensa -mañana vendrán unos amigos a cenar y traerán a sus hijos, tal vez puedas hacer amiguitos.

Ante eso ella hizo una mueca, no le gustaba cuando los amigos de sus padres, su hermano le dijo que los demás niños tenían pijos. Su madre salió de su habitación y ella se quedó sola y a oscuras.

El día siguiente ella se levantó al salir el sol y fue justo a tiempo para ver a su hermano listo para salir.

—¡Hermano! -exclamó yendo directo a abrazarlo –¡Te quiero hermano!

Su hermano mayor era la persona que más admiraba en el mundo, él la hacía reír, era quien le cantaba cuando su mamá no quería y a pesar de las quejas de su padre le terminaba enseñando algunos movimientos que le enseñaban en su entrenamiento para ser un guerrero. Solo sintió a su hermano abrazarla de vuelta antes de que su padre los separara.

—Kuchel, ya deja a tu hermano se le hará tarde -le dijo su padre mientras la cargaba, pero ella seguía queriendo estar con su hermano.

Pero él solo le dedicó una sonrisa y luego se iba con una expresión decaída, su padre la bajó.

—Ve con tu madre, hoy tienen mucho que hacer -le dijo su padre antes de dejarla en el suelo.

Odiaba estar en casa, casi nunca podía salir a jugar con su hermano u otros niños al aire libre, ni siquiera iba a la escuela, su madre últimamente se ponía muy rígida con ella cuando no se sentaba recta o subía los codos a la mesa, pero ahora la quería directamente en la cocina.

—En estos momentos necesito que estes enfocada en la manera en la que prepararemos unas galletas para la convivencia con los amigos o ¿prefieres hacer un pastel? -preguntó de manera dulce esperando una respuesta positiva de parte de la niña.

Pero Kuchel arrugó la nariz mientras se balanceaba de un lado al otro.

—Ninguna, todo es muy complicado. Mejor solo démosles té -dijo desganada.

Pero solo observó la mueva indignada de su madre.

—¡Kuchel Fritz! -exclamó un poco fuerte ocasionando que la niña saltara un poco -¡No puedes comportarte de esa manera tan holgazana, ese no es el comportamiento apropiado de una señorita bien educada!

Últimamente su esa era su riña diaria con su madre, cada día tenía que hacer una tarea domestica diferente, tender las camas, barrer, limpiar y ahora cocinar para los amigos de sus padres y sus hijos.

—Pero mamá, yo no quiero cocinar quiero ser guerrera como mi hermano -refutó ella haciendo pucheros esperando convencer a su mamá.

—Pues eso no es lo que te toca jovencita, el camino de tu hermano es ser un valiente guerrero para ayudar a los eldianos y mi deber como madre es el convertirte en una dama respetable y una buena esposa -le refutó su madre mientras se agachaba a su altura para tomarla fuerte por los hombros para que dejara de balancearse y se parara erguida -así que deja se hacer berrinche y comienza a comportarte.

Lo Que Ordene El Capitán || Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora