Capítulo XVI

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- Pablo menos mal que has venido - dije en voz baja cuando ya estaba cerca de él.

- ¿Qué pasa Alice? Tienes mala cara...

Estallé y me puse a llorar.

- No se donde está Sheila. Esta mañana oí un ruido que venía de su habitación pero cuando fui allí no estaba. Entonces la llamé al teléfono pero no se le había llevado y lo encontré entre las sabanas al lado de un mechón de pelo negro.

- Que extraño.. Deberíamos llamar a la policía.

- No Pablo, primero me gustaría mirar un poco a ver si encontramos algo más

- Está bien - contestó Pablo dirigiéndose hacia mi casa que se encontraba detrás de nosotros.

Corrí detrás para alcanzar a Pablo y me agarré a su brazo con la mano con la que no llevaba muleta. Tenía miedo.

Entramos en la casa y otro ruido sonó. Esta vez venía de la cocina.

Corrí hacia la cocina para ver si veía algo o a ese alguien que había producido el sonido.

Pero no vi nada

La ventana estaba abierta así que me asomé y vi una caja pequeña de cartón en el suelo.

- ¡Pablo ven!

Pablo dejó de mirar en los armarios y se acercó a donde yo estaba.

- Mira. Hay una caja ahí y yo no lo he dejado.

- Saldremos a mirar qué hay dentro. - dije Pablo

Me dirijí hacia la puerta trasera y salí a buscar la caja pero cuando llegué, ya no estaba donde la había visto antes.

- No puede ser

- ¿Qué pasa? - preguntó Pablo

- Hace un momento la caja estaba ahí mismo pero ya no está. No hay nadie por la calle a estas horas y tampoco lo ha podido arrastrar el viento..

- Tienes razón. Entremos dentro y llamamos a la policía.

- De acuerdo. No podemos perder el tiempo así. - contesté sin apartar la vista del suelo.

El teléfono de casa empezó a sonar.

Pablo entró en casa y rápidamente se dirijió al salón para cojer el teléfono pero nadie respondía al otro lado.

- ¿Hay alguien ahí? - dijo Pablo asustado - no estamos para bromas..

Le miré preocupada.

Nadie respondía.

- Si llamáis a la policía será peor - respondió una voz al otro lado.

- Quien eres y qué quieres. Esta broma no tiene gracia.

- Eso no debería importarte. Preocupate de tus cosas y de tu amiga. - respondió la voz

Pablo colgó rápidamente y se apoyó en la mesa con los dos brazos.

- ¿Qué ha pasado? ¿quien era? - pregunté al ver la reacción de Pablo.

- No lo sé - respondió él susurrando

- ¿Qué te ha dicho?

- No podemos llamar a la policía.

- ¿Y qué hacemos? No podemos hacer otra cosa. Tenemos que llamar a la policía.

- No podemos. - repitió Pablo

Me apoyé en la mesa, dejé las muletas a un lado y crucé los brazos.

Me puse a llorar.

Pablo se acercó a mi y me abrazó. Apoye mi cabeza sobre él mientras me tocaba el pelo suavemente.

Pablo estaba asustado.





Alice CarpenterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora