❝ Una historia con un alfa abusivo había traído al mundo lo que TaeHyung más amaba; su hijo. Luego de haber escapado de ese ambiente, él daría todo por su pequeño.
Por eso, le tocaba trabajar en un bar donde atendía a un hombre con unos hermosos ojo...
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JungKook despidió a su madre en la puerta de la casa. Ahora que los horarios del trabajo de TaeHyung y JungKook chocaban, era una bendición tener ayuda para cuidar a los niños.
Rodó sus ojos al momento en el que vio a Rocky frotándose con sus piernas en busca de mimos. El gato había pasado de ser un pequeño animal tierno a una bola de pelos enorme y gorda —también había pasado de ser el enemigo de JungKook para convertirse en su amigo—. El alfa dejó su maletín sobre el sofá y se dirigió a la habitación de SeungMin.
El pequeño omega —no tan pequeño teniendo, en cuenta que ya había cumplido sus siete años— estaba sentado en su escritorio con algunos libros de dibujo entre sus manos. Al ver a su padre cruzando la puerta salió corriendo hasta poder saltar sobre los brazos de JungKook.
— Hola, ángel.
— ¡Hola, papá! Te extrañé mucho.
— Igual yo, Minnie. Es aburrido estar sin ti.
SeungMin se acurrucó contra el costado del cuello de JungKook, buscando su fuente de olor. El pelinegro sonrió y comenzó a caminar hacia la otra habitación.
— Están dormidos, papi — puso su dedo sobre los labios de JungKook, haciendo una adorable seña de "shh".
— Quiero asegurarme de eso.
Abrió la puerta y visualizó las cunas individuales, acercándose más pudo visualizar cómo los bebés se encontraban despiertos. SeungMin miró las cunas con el ceño fruncido, había muchas cosas que el omega no entendía aún: ¿Por qué sus hermanos eran iguales?, ¿por qué sus ojos eran azules y los de él no?, ¿cómo es posible que se duerman y despierten a cada minuto?, ¿cuánto tardarían en crecer para poder jugar a las princesas con él?
— Estaban dormidos hace unos minutos, papi. La abuela lo dijo.
JungKook bajó a SeungMin para poder tomar entre sus brazos a los pequeños — Sí, amor, lo sé. Probablemente se despertaron por el ruido.
— ¿Y qué hacemos, papi?
— ¡Api!
JungKook sonrió ante el balbuceo de JunSu. Ambos bebes habían adquirido la costumbre de repetir cada cosa que su hermano mayor dijera, lo cual no sorprendía a nadie; desde su nacimiento, los bebés estuvieron maravillados con la presencia de SeungMin. Ahora que crecieron, llegando a la edad de un año y tres meses, SeungMin parecía ser el modelo al cual seguir para los alfitas.
— Nada, vamos a pasar un tiempo nosotros cuatro hasta que mamá llegue.
— Genial, te puedo mostrar lo que le enseñe a JunHo.
— ¿Pasaste mucho tiempo con él hoy?
— Ayer le enseñé a JunSu a dibujar un círculo y ahora me tocaba enseñarle algo a JunHo. Es mi responsabilidad como hermano mayor.
