1

655 33 0
                                    

Estaba tan cansado que ni siquiera podía abrir los ojos. ¿Por qué se sentía tan débil y enfermo? No pudo pensar en nada razonable al principio. Sin embargo, cuando Kim San levantó la pierna suavemente para cambiar de posición, tembló ante la aparición de un dolor intenso y luego tuvo que taparse la boca para no gritar.

Lo que había pasado con sus niños brilló ante sus ojos como una linterna.

Los ojos de Isaac, la fuerza con la que presionaba su muñeca, Lee Taek colocando el pene en su boca y también cada uno de sus jadeos de emoción. Finalmente, Isaac estaba allí, sonriendo de una manera hermosa incluso cuando lo perforó hasta sangrar.

Y cada una de estas cosas demostró haberse grabado en su piel como si lo estuviera castigando.

"La verga de Choi Hee-seo y las nuestras son iguales, así que ¿Por qué no te gusta?"

Las vulgares palabras de Lee Taek resonaron en sus oídos así que Kim San levantó las manos y se cubrió la cabeza como si su hijo continuara allí. Hablando sin parar para volverlo loco. Sin embargo, incluso así, una voz, la que no sabía si era de Isaac o Lee Taek, siguió persiguiendo a Kim San tan constantemente que no pareció tener más remedio que soltar el grito que había reprimido con tantas ganas.

Entonces, alguien se despertó

Kim San, mojado con lágrimas, volvió la cara y se encontró con un hombre que era similar a Choi Hee-seo, pero que parecía más joven y con el cuerpo más entrenado que él. El jovencito se levantó y miró a Kim fijamente. Y cuando sus ojos se encontraron con el hijo que tanto amaba, San se asustó y lloró como si hubiera visto al fantasma más aterrador del mundo. Incluso su rostro se puso blanco y comenzó a gemir igual a si no pudiera aceptar esta nueva realidad. Era mayor que él y tenía un cuerpo más grande, pero el niño había agarrado la mano de su padre como si él fuera el que necesitara de su protección ahora. Incluso se la llevó a los labios para intentar consolarlo.

Cuando besó el dorso de sus manos y luego besó sus dedos, San Kim se sobresaltó. Lee Taek sonrió con ganas. Si no hubiera pasado nada entre los dos, lo hubiese estado admirado todo el tiempo, diciendo que era una linda sonrisa y que parecía como un ángel que bajó del cielo, pero ahora era completamente diferente.

"Lee Taek-ah".

Kim San pronunció el nombre de su hijo con una voz temblorosa. Y al oír este sonido, Isaac, que estaba acostado en el lado izquierdo de padre, se despertó y comenzó a estirarse igual a un gato.
El niño, que era más delgado que Lee Taek, abrazó a Kim de inmediato por lo que sus músculos se endurecieron como piedras e incluso comenzó a exhalar e inhalar lo suficientemente fuerte como para que se escuchara más como un sonido chirriante que como una respiración.

Lee Taek sostenía todavía sus manos y detrás de él, Isaac lo abrazaba del abdomen como si fuera un niñito. Kim negó con la cabeza pero, sin importar cuánto lo pensara o lo mucho que quisiera hablar, no salió ninguna cosa. ¿Por qué los niños lo atacaron y por qué parecían tan excitados con él? ¿Era por algo que había hecho? ¿Algo que había provocado al ser su madre un hombre? Kim San apenas y reprimió las ganas de gritar por segunda vez. En realidad, trató de recuperar la compostura y hablar con sus niños porque, todavía eran SUS NIÑOS, pero no pudo moverse. Y fue peor cuando la mano de Lee Taek tocó los pezones que se le habían hinchado.

Kim San dejó de respirar ante el dolor que se elevó como si hubiera sido electrocutado. Trató de detener a Lee Taek la primera vez, pero Isaac, todavía detrás de él, extendió las manos y cruzó los brazos de su padre atrás de su espalda.

"Ah..."

Lee Taek pellizcó sus pezones entre sus dedos, los retorció y comenzó entonces a repasar la figura de su carne con las uñas y las yemas. Isaac y Lee Taek lo habían mordido mucho la noche anterior así que su pecho dolía incluso con el más mínimo toque. El problema era que... No era solo incomodidad. Kim San apretó los dientes ante el placer que había surgido dentro de él al percatarse de lo bueno que era para tocarlo.

Una Habitacion En Silencio. Tomo 2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora