San Roman - Español

Capitulo 4

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Capitulo 4

A pesar de la secuencia de momentos desagradables, lograron disfrutar de una tarde mínimamente llevadera. Estando bajo advertencia, evitaron tocar asuntos del pasado y hablaron del presente. Se actualizaron mutuamente sobre eventos de sus vidas y hablaron sobre la posibilidad de pasar más tiempo juntos.

María estaba más comedida, pero no podía quitarse de la cabeza la situación del retrato. Estaba buscando mil y una razones por las que todavía existe. Miró a su marido y se preguntó si él tendría algo que ver en esto. Cuando Alba murió, el retrato se encontraba en el sótano por lo que se descartó la idea de que lo hubiera guardado en el desván. Tal vez los propios niños fueron los responsables, tal vez uno de los empleados, ¡¿quién sabe?! Alguien es culpable, eso es un hecho.

Se despiden y regresan a casa. María mantuvo una energía silenciosa y pensativa. Esteban desistió de intentar iniciar una conversación con ella, pero de vez en cuando la miraba y notaba una expresión de molestia en su rostro. Finalmente llegan a casa. Ella entra apresuradamente y en silencio.

Esteban: ¡María, espera! (Ella se detiene y se vuelve hacia él). Necesitamos conversar. ¿Qué te pasó en el restaurante? ¿Por qué de la nada empezaste a pensar en el pasado?

María: Es muy fácil para ti dejar todo atrás y seguir adelante como si no pasara nada, ¿verdad? Bueno, no para mí. No he tenido una vida de paz en treinta y ocho años. Maldita la hora que Patrícia se cruzó en mi camino, maldita la hora que creí en esa falsa amistad. Sospecho, Esteban, que nunca seré feliz.

Esteban (Afectado): ¿Por qué te acordaste de Patrícia?

María: Patrícia, Alba, Demetrio, Servando... (Avanza hasta el centro de la habitación y observa su cuadro) Y esa cosa horrible a la que llamaste "esposa"... todos son como anclas que me jalan y me impiden avanzar...

Esteban: No entiendo. ¿Por qué hablas de ellos ahora?

María: Porque por mucho que pase el tiempo, por mucho que me esfuerce, siempre serán más fuertes que yo. No gané, Esteban, pasé a un nuevo nivel del juego, cada vez más difícil, más aún porque parece infinito o al menos hasta que me muera.

Esteban (Asustado): María, ¿qué pasa? Siento que algo se me oculta y me siento así desde hace un tiempo.

María: No lo entiendes, nunca lo entenderías. Nunca sabrás realmente lo que es estar en mi lugar.

Esteban (se enoja): ¿Cómo puedes decir eso? María... María, ¿por qué hablas como antes? ¿Por qué de repente hablas de gente del pasado? Pensé que ya habíamos superado todo.

María: ¿Cómo puedo superar algo que sigue pasando?

Esteban: ¿Pero de qué estás hablando? Yo no entiendo nada. Me está dejando angustiado y preocupado, además de sentirme completamente impotente porque no sé cómo ayudarte y ya ni siquiera creo que sea por la muerte del padre. Creo que me estás ocultando algo, y creo que tiene que ver con eso de la necesidad de tomar pastillas para dormir.

María no puede evitar reírse irónicamente. Esteban ni siquiera sospechaba lo que pasaba bajo su propio techo.

María: Olvídalo. Tienes la razón. No hay ninguna razón para seguir con este asunto. Sólo quiero saber una cosa más.

Esteban (sirviéndose whisky): ¿Qué sería?

María: Esteban, ¿recuerdas cuando Alba trajo los retratos?

Esteban (sorprendido por el tema): Por supuesto. Como olvidar.

María: Ordenaste que los llevaran al sótano, pero ¿y luego qué? ¿Lo que fue hecho?