Capitulo 13

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Capítulo 13

María (Aterrada): ¡Patricia!

Tomada por una ola de adrenalina llena de indignación y rebelión, María, previamente congelada ante esa fatal revelación, queda cegada por el odio y ataca violentamente a la mujer. Los gritos de terror y gemidos acompañaron a puñetazos y empujones de una fuerza que ella no conocía. Patrícia, a su vez, se estremeció entre los golpes y, tapándose el rostro, intentó esquivar sin éxito. Estrella y Héctor intentan detener a la madre enfurecida y fuera de control, pero Esteban, reuniendo los últimos atisbos de razonamiento lógico, no los deja ir más lejos. María rechinó los dientes y frunció el ceño como un animal feroz. En sus ojos verdes se veía la dilatación de su pupila, que se extendía cubriendo el círculo avellano y de fuego. Ella le clavó las uñas siempre que pudo. La agarró del cabello y la arrojó sobre la mesa de madera, provocando que Patrícia la golpeara y luego cayera al suelo. La sangre manaba de su nariz y boca. María le lanza un grito de ira y dolor, cayendo también de rodillas. Ella yace desolada en el suelo, aullando como un animal herido e indefenso. Raspó el suelo moviéndose de un lado a otro. Fabiola, Bruno y Daniela, conmocionados y pálidos, observaron aquella escena histórica e inimaginable. Patrícia no dijo una palabra, simplemente se acurrucó junto a la enorme chimenea de piedra y bajó la cabeza. Poco a poco María ahogó sus gritos para recuperar el aliento. Esteban suelta a los niños y ellos van directamente con su madre. Estrella le sostiene la cara, arrodillándose frente a ella, mientras mira sus ojos fríos y llorosos, pero María no puede contenerse. Todo parecía moverse a cámara lenta, acentuando su profundo dolor. Era inimaginable, era imposible. Esteban, en un impulso repentino, sale por la puerta y María se levanta, con dificultad, siguiéndolo.

Esteban (Grita): ¡No! (Se acerca a ella de manera intimidante) ¡Todo es culpa tuya!

María (Casi sin poder hablar): ¿Culpa mía?

Esteban (Respira pesadamente y aprieta los labios, pero suelta): ¡Yo... te odio!

María (se abren los ojos y se tapa la boca con la mano): ¿Por qué estás siendo cruel?

Esteban (gritando): ¡Todo es culpa tuya! ¡Tu culpa!

María (le devuelve el grito): ¡Cállate! ¡Deja de decir eso!

Esteban (Fuera de control): No quiero volver a verte nunca más. ¡Te odio, me odio a mí mismo! Te advertí que no deberíamos venir aquí. ¡Me engañaste y mira lo que pasó!

María (se sostiene la cara, roja de odio): ¡Deja de decir esas cosas!

Esteban (retira sus manos violentamente): Nunca más me toques, nunca más te acerques a mí. Me traicionaste, me engañaste. ¡Nunca te perdonare! ¡Incluso si vivo mil años, nunca te perdonaré! (Le da la espalda y comienza a caminar).

María (se agacha y recoge palos y arena, luego se los tira): ¡Entonces vete! ¡Vete! (Grita a todo pulmón) Eso es todo lo que haces. ¡Vete!

Esteban (Grita sin siquiera mirarla): ¡Olvídate de que existo! (Camina sin rumbo hacia los pocos árboles que rodean el lugar).

María (Grita por él): ¡Esteban! (Más fuerte) Esteban... (Susurros) No me dejes...

Pero él no regresa, de repente todo se oscurece y María se desmaya frente a la casa. Sus hijos corren a ayudarla. Héctor la toma en brazos y la lleva al interior de la casa.

Estrella (Se acerca desesperada a Patrícia): ¿Dónde podemos recostarla? Por favor...

Patrícia (se levanta): Ay... hay... hay tantos allá arriba. Puedes elegir cualquiera. (Ni siquiera miraba a la gente a los ojos y apenas podía hablar).

San Roman - EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora