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El día era gris y melancólico cuando Danielle recibió la carta de Kang Haerin. La tristeza se instaló en su corazón desde las primeras líneas, pero a medida que avanzaba en la lectura, una marea de emociones turbulentas la envolvía. La culpa se apoderaba de ella como un veneno insidioso, mientras las palabras de Haerin resonaban en su mente.

La desesperación la embargó, y sin pensarlo dos veces, Danielle salió corriendo en busca de Haerin. Cada paso era una carrera contra el tiempo, con su corazón latiendo con fuerza en su pecho. La intuición la guiaba hacia un destino incierto, pero algo dentro de ella gritaba que debía encontrar a Haerin antes de que fuera demasiado tarde.

Al llegar a una concurrida carretera, el corazón de Danielle latía aún más rápido. En la distancia, divisó a Haerin cruzando la carretera sin prestar atención a su alrededor. El peligro inminente se vislumbraba en la forma en que un auto se aproximaba velozmente. El tiempo parecía ralentizarse mientras Danielle, con los ojos llenos de lágrimas, gritaba el nombre de Haerin, pero sus palabras se perdían en el viento.

El estruendo del impacto resonó en el aire, y el corazón de Danielle se detuvo por un instante. Un grito desgarrador escapó de sus labios cuando vio a Haerin ser arrojada por el aire, como una marioneta abandonada por su titiritero. Sin pensar en su propia seguridad, Danielle corrió hacia el lugar del accidente, sus manos temblando mientras marcaba frenéticamente el número de emergencias en su teléfono.

Los minutos parecían eternos hasta que finalmente llegaron los servicios de emergencia. Danielle, con lágrimas en los ojos, subió al vehículo de emergencia con Haerin entre sus brazos. La pelirroja luchaba por mantenerse consciente, su rostro pálido y su respiración entrecortada. Danielle suplicaba a los paramédicos que hicieran todo lo posible por salvarla, sus palabras tintineaban con una mezcla de desesperación y culpa.

Mientras el vehículo se alejaba con sirenas resonando en la distancia, Danielle sostenía la mano de Haerin, rogándole que se aferrara a la vida. En ese momento, el peso abrumador de la carta y la tragedia que se desplegaba delante de sus ojos la sumergieron en un mar de remordimientos y tristeza.

𝙁𝙖𝙧𝙚𝙬𝙚𝙡𝙡 𝙈𝙚𝙡𝙤𝙙𝙞𝙚𝙨 || Candyz/DaerinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora