Desayuno

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Me despierto una vez que el sol atraviesa mi ventana. Estiro mis músculos y me levanto de la cama. Muevo la cabeza en círculos y una vez me siento más despierto voy directo al baño.

Lavo mi cara y me veo al espejo.

-Dios, Eren. Te pareces a tu abuelo -digo mientras toco mi rostro y veo mis facciones.

Trato de buscar entre la repisa del baño un rastrillo, que para mi suerte encuentro. Coloco crema de afeitar en mis manos y después empiezo con mi tarea. Me gusta dejar bastantes cosas personales en cada de las propiedades a mi posesión, al menos debo de tener mínimo dos cepillos de dientes de repuesto, al igual que la ropa, por mera obviedad.

Tomó más tiempo de lo esperado, pero al final logré volver a la normalidad.

«Diez años menos» Pienso una vez me miro al espejo.

Ahora que me veo tan detenidamente al espejo me doy cuenta cuan largo tengo el cabello. No me molesta mucho, pero tampoco lo encuentro muy cómodo.

Tras algunos minutos más en el baño salgo de éste y empiezo a cambiarme de ropa. Hoy, al ser día de reuniones me pongo una camisa manga larga blanca, unos pantalones de vestir negros y unos mocasines del mismo color. Decido ponerme mi corbata una vez que termine de desayunar.

Salgo de mi cuarto y me dirijo directamente a la cocina, donde encuentro a Nicolo, el cocinero en jefe de esta casa.

-¿Señor Eren? ¡Qué sorpresa! No esperaba verlo, por lo general me avisan con anticipación para prepararle comida.

-Lo sé, fue de imprevisto. Llegué ayer y me quedé a dormir, no pude regresar a casa, no después de toda la lluvia que había.

-Hablando de lluvias... -Veo como él se muerde los labios, mira al piso con una expresión de pena. -Mi familia tuvo algunas complicaciones con lo de ayer. Mis padres me llamaron hoy en la mañana, su casa se inundó y perdieron varias de sus pertenencias -Nicolo toma un segundo para seguir hablando -Quería saber si me podría dar el día para ir a ayudarles.

Pongo una de mis manos en su hombro derecho -No hace falta que lo preguntes. ¿Cómo se encuentran tus padres?

-Están perfectamente de salud, solo fue el susto y la pérdida de sus cosas.

-¿Tienen donde quedarse? diles que se queden aquí el tiempo que necesiten. Estarán mejor al lado de su hijo.

-¿Habla en serio? -me mira con incredulidad. -Muchísimas gracias, señor. -Él me regala una sonrisa, yo le contesto con otra. - ¿Está seguro que no hay problema con eso? es decir, la señorita Ackerman vive aquí.

-No habrá problema, y si lo hay, yo me encargaré de eso. No te preocupes, ve a ver a tus padres.

-Claro, pero primero le dejaré el desayuno de hoy.

Inmediatamente yo niego y me acerco al refrigerador -Yo cocinaré esta mañana. Ya me toca dejar de ser un vago y volver a hacerme cargo de mi mismo.

Nicolo me sonríe por una última vez, hace una reverencia, vuelve a agradecerme y después deja la cocina.

Miro los ingredientes que tengo dentro del refrigerador. Empezaría mi día cocinando hot cakes, justo como mi madre hacía para mí. Busco un mandil entre los cajones de la cocina, solo encuentro uno de cuadrados rosas y blancos. Me pregunto si acaso Nicolo lo usa o alguno de sus ayudantes. De igual manera, no le tomo importancia. Mi concentración estaba en cocinar el desayuno y solo eso.

 Mi concentración estaba en cocinar el desayuno y solo eso

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