CEUCACCEV

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Episodio 6

—Haz lo que quieras. ¿Por qué me preguntas eso?

Los ojos del Emperador se estrecharon. Era su hermano de la misma sangre, pero no podía entenderlo. Ni antes ni ahora. 

Su postura era tan recta que resultaba molesta, y sus zapatos relucientes se movían con regularidad. 

No mostraba signos de inquietud. 

Después de eso, siguieron unas conversaciones insípidas. Caron se levantó de su asiento con una expresión de fastidio.

—¿Puedo irme primero?

Fue una acción antes que un aviso. Se dio la vuelta sin esperar respuesta, pero el Emperador, que temblaba de los labios, gritó con urgencia. 

—¡He oído que está comprando libros antiguos!

—¿Y qué?

—Libros sobre la magia azul extinta.

Sus pasos se detuvieron y el emblema de la familia imperial dibujado en la alfombra se torció. 

—No solo la casa del Archiduque puede investigarme. Yo también puedo investigarte.

 —...

—Olvida el error infantil del príncipe heredero.

Caron pasó por delante de la mesa y se acercó al Emperador. Los caballeros se estremecieron por lo que había ocurrido en un instante.

—¿No deberíamos averiguar si fue un error del príncipe heredero o el plan de alguien?

—Ya te lo he dicho, yo también conozco la debilidad del Archiduque…

—Debilidad, ¿cómo puede ser la magia azul mi debilidad?

El respeto que usaba por cortesía desapareció. La ira se encendió en sus ojos rojos. 

—No sé desde cuándo leer se convirtió en mi debilidad.

—.....

—Ah, ¿o tal vez le teme a que yo también domine la magia azul?

 Caron habló deliberadamente sin rodeos. La mano del Emperador que sostenía la taza de té tembló. 

Caron lo miró fríamente y se dirigió hacia la salida de la sala de audiencias. No había ninguna emoción en su rostro al darse la vuelta. Caminando por el pasillo, ordenó a su mayordomo. 

—Escribe una carta a la casa del Marqués Rubian, que yo…

La frase pronunciada rápidamente se desvaneció.

Fue cuando vio a alguien paseando por el jardín del palacio.

—Es Lady Rubian. Y a su lado está el comandante de la primera división de caballeros, el Duque Persh.

—...

—He oído que la división de caballeros ha sufrido una escasez de personal médico, así que parece que Lady Rubian les ha estado ayudando.

Bajo el árbol floreciente, su cabello plateado ondeaba. Su rostro radiante sostenía un puñado de pétalos que caían.

«Había dicho que le gustaba la primavera»

—Por cierto, ¿no le importa encontrarse con ellos por aquí?

Desde que entró en el salón de audiencias, la voz del niño que gritaba cada vez más se fue apagando poco a poco. 

Fue desde ese día.

Desde el día en que el callejón oscuro se vió envuelto por la energía azul, la frecuencia de los brotes de locura disminuyó.