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Episodio 10

La locura que se había calmado volvió a brotar. En su oído, una voz chillaba con una risa malvada.

【Mira eso. Está muerta, está muerta, está muerta.】

Caron soltaba un aliento sofocado y giró lentamente la cabeza. En su campo de visión, había un cuerpo delgado y frágil.

—...Cállate.

Caron, que se presionaba el oído con una mano, jadeaba. Era el efecto secundario de la locura.

【Mira, no respira.】

【No respira, está muerta. Por tu culpa.】

Un niño con una voz familiar se reía entre dientes.

No había visto suficiente sangre, así que era más ruidoso de lo habitual.

【Compruébalo.】

Unos pasos lentos pisaron la alfombra y luego la cama se hundió.

El animal que se dio cuenta del extraño ambiente lloró suavemente.

【¿No tengo razón?】

Una mano temblorosa se acercó a la punta de la nariz blanca. Los dedos, que contenían tanto anhelo como desesperación, temblaban sin remedio.

...No respiraba.

El niño gritó. El sonido de sus pies que pateaban frenéticamente, sumidos por la locura, resonó en los oídos de Caron.

【¡Está muerta...!】

Fue en ese momento.

—Umm...

El silencio se hizo presente.

Los labios pálidos se movían, murmurando algo.

—...Está viva.

Se alejó lentamente de la cama. Su cuerpo temblaba como el de alguien que sufría el síndrome de abstinencia. La voz había desaparecido.

Caron miró fijamente a Jeryl. Ella estaba sentada en una esquina de la cama, acurrucada.

El ruido de los grillos se había calmado.

-Toc toc-

—Su Alteza, ¿puedo entrar?

No sabía qué había respondido. Sólo vio que la puerta se abría y el mayordomo entraba, así que supuso que había dicho algo para que lo dejara pasar.

—Estos son los documentos que llegaron del palacio.

—...Déjalos y vete.

El mayordomo, que observaba el ambiente extraño, cerró la puerta en silencio. El silencio volvió a reinar.

No se sabe cuánto tiempo pasó, los ojos de Caron se le cerraron lentamente. El cuerpo, que se relajó de la tensión, se derrumbó lentamente.

Poco después, una esquina de la cama se hundió suavemente.

──── ∗ ⋅✧⋅ ∗ ────

Jeryl abrió los ojos lentamente.

Los sentidos del mago azul le gritaban que algo estaba mal.

Y su intuición siempre acertaba. Justo delante de él había un hermoso rostro.

«¿Por qué está aquí Carl?»

Se iba a apartar, pero en ese momento, Caron soltó un gemido ahogado.

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