Capitulo 1

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Nerviosismo era poco para lo que sentía en estos momento. Un nuevo año comenzaba, aunque este era especial. Era mi ultimo año como estudiante en la Escuela Superior Saltzman Wightmore. Este año me graduaría, este año mi vida cambiaría.

– Isabel, tranquilízate. – comentó entre risas Esther, mi mejor amiga.

– Lo siento, es que esto de ser senior me pone nerviosa. – dije dedicándole una sonrisa tímida y comencé a jugar con mis dedos.

– No te preocupes, este año será épico, te lo aseguro. – Esther rodeó mi hombro con su brazo y sonrío de oreja a oreja.

– Eso espero – murmuré.

El salón de actividades quedó en completo silencio mientras el director se detenía frente a todos nosotros sobre la gran tarima de madera.

– Bienvenidos a otro año escolar junto a nosotros. Este año es otro en el cual los orgullosos compañeros de ustedes y estudiantes de nosotros de cuarto año, se gradúan. Luego de lo que pareció un siglo, ellos se nos van y empezarán una vida llena de responsabilidades pero sobre todo independencia. – habló el director a lo que todos aplaudimos eufóricos. – Espero que este año, sea otro lleno de amistad, armonía, paz y felicidad. Que nos llevemos bien unos con otros y que nos tratemos con respeto. La vida es un camino difícil de recorrer, pero juntos podemos lograr hasta lo imposible. Espero que tengan un lindo día y procuren no meterse en problemas. – todos reímos ante su último comentario y aplaudimos. Finalmente el director dio por finalizada la presentación.

Caminé con Esther hacia nuestros casilleros que se encontraban juntos, como siempre. Tomé mis cosas y esperé por Esther.

– Oye, ¿Quién crees que sea ese? – preguntó mi amiga luego de cerrar su casillero y mirar sobre mi hombro.

Me volteé confusa ante las palabras de Esther y a lo lejos observé a un chico que trataba a costas abrir su casillero. Nunca lo había visto. Su pelo color azabache estaba peinado levemente hacia atrás y la camisa que llevaba puesta se apegaba notablemente a sus músculos. En su hombro llevaba la mochila y en su mano llevaba una chaqueta de cuero color negra.

– ¿Crees que vaya a cursar el cuarto año? - preguntó Esther en un susurro al lado mío. – Es demasiado guapo como para no hacerlo. – dijo finalmente. La miré y me reí ante su comentario. Esta chica no dejaba escapar ni una.

Mentiría si dijera que no era guapo, pero realmente no me interesaba. Observé como Aurora caminaba hacia el chico y lo ayudaba a abrir el casillero.

– Perra – comentó Esther y me reí en voz alta. Era muy, pero muy cierto lo que dijo.

El chico le dedicó una sonrisa amarga y tomó sus cosas para luego cerrar el casillero fuertemente. Antes de irse puede haber jurado por un mínimo momento, que sus ojos conectaron con los míos. Pero como dije, por un mínimo momento, en un abrir y cerrar de ojos él ya nos estaba dando la espalda.

– Vámonos Es, no perdamos más tiempo. – la tomé del brazo y juntas caminamos a nuestra primera clase del día.

– Buenos días – nos saludó el profesor cuando entramos al salón. Ya todos estaban en sus respectivos asientos, solo faltábamos nosotras.

– Buenos días – Esther saludó de vuelta y se sentó en su lugar. Yo sin embargo decidí seguir de largo y sentarme donde me tocaba.

El profesor Dane, era el joven profesor de historia por el que todas babeaban y claro que él no dejaba pasar la oportunidad. Por eso cada vez que nos saludaba al entrar, yo lo ignoraba, porque tras de ser un pervertido, el año pasado me reprobó en la clase y por eso tuve que pasar el verano reponiéndola.

– Psss – llamó alguien a mi lado. Miré y me encontré con la mirada pícara de Esther. Asentí para que me dijera lo que fuera que me tenía que decir. – Te dije que era demasiado guapo como para no cursar el cuarto año. – susurró mientras me tiraba un guiño.

La miré con el ceño fruncido y comencé a buscar al chico de antes. Lo encontré en uno de los extremos del salón, al final. Volteé de nuevo hacia donde mi amiga que me miraba con una sonrisa de oreja a oreja.

– Creo que hoy es tu día de suerte. – le comenté y ambas reímos, quizás un poco fuerte porque el profesor nos miró.

– Algo que quieran comentar señoritas. – dijo con su estúpida melosa voz, ladeando su cabeza a un lado.

– Lo siento, pero son cosas solo de chicas. – se excusó Ester dedicándole una sonrisa falsa. Pude escuchar como algunos estudiantes dejaban escapar par de risillas mientras el profesor nos fulminaba con la mirada.

– Suficiente. – demandó el profesor con puro enojo en sus palabras. – Continuemos con la clases. – y como dijo antes, comenzó a dar la clase, pero esta vez procurando no tener interrupciones. Gracias a dios que el profesor no la llevó a detención, pero de seguro luego la regañaría.

Yo por un lado estaba ida en mis pensamientos, pensando en como me iría este año, a cuantas fiestas iría, cuantos regaños recibiría de mis padres, cuanto tendría que estudiar y entre otras cosas. Sin embargo, algo captó mi atención, un ardor proveniente de mi muñeca, al principio de mi antebrazo.

Comencé a rascar el área, pero el ardor permanecía ahí, cada segundo se intensificaba y se iba convirtiendo en un agudo dolor. Ahogué un gemido que se quería escapar y me mordí el labio inferior. Miré a mi alrededor para ver si alguien me observaba o se percataba de que algo me pasaba, pero mi vista se había nublado. Empecé a ver las cosas borrosas y de un color rojo pálido.

¿Qué mierda me estaba pasando?

Tomé mis cosas y sin permiso salí del salón, dejando pasar los insistentes llamados del profesor, repitiendo una y otra vez mi nombre.

Caminé lo más rápido posible hasta llegar al baño. Todo a mi alrededor se agrandaba y mi cabeza palpitaba con cada paso que daba. Una vez llegué al baño, tiré todas mis cosas al piso y abrí el grifo del lavamanos. Comencé a raspar por debajo de mi muñeca repetidas veces, pero el dolor seguía ahí, ardiendo cada vez mas. Mi respiración se hacia cada vez mas irregular y los latidos del corazón cada vez aumentaban. Poco a poco sentía como mi cuello se hacía más pequeño y el aire pasaba con mayor dificultad a mis pulmones. Sin embargo, cuando me miré en el espejo todo a mi alrededor desapareció.

Mis ojos.

Solo podía contemplar mis ojos, su color azul grisáceo había desaparecido, la iris se había tornado roja con grietas verdes, la pupila se había agrandado mas de lo normal y lo que antes era blanco ahora era negro. Eran...hermosos, no podía despegar la vista de ellos, eran tan enigmáticos que los quería tocar, los quería arrancar y tenerlos en mis manos, pero antes de poder hacer algún movimiento sentí un brusco empujón que me llevó al suelo.

Mi cabeza chocó fuertemente con la pared a mis espaldas y todo volvió a la normalidad. Mi vista se había aclarado y ahora sí podía ver las cosas a mi alrededor, pero lo mas extraño de todo era que el ardor se había ido. Me traté de levantar pero un fuerte dolor de cabeza me atacó de repente haciendo que cerrara los ojos fuertemente e inconscientemente mi mano volara a mi cabeza, sobándola mientras dejaba escapar un gemido.

Abrí los ojos y levanté la vista, el chico nuevo se encontraba mirándome.

– ¿Qué te pasa? – pregunté alarmada. Él solo me ignoró y tomó mi muñeca entre sus mano.

– Maldición – gruñó y dejó caer mi mano derecha de un cantaso, haciendo que esta se golpeara con el suelo.

– Ow – dije obviamente y lo miré mal.

Miré mi mano derecha y justo debajo de mi muñeca ahora se encontraba algo en tinta negra. Un escorpión se encontraba alrededor de una 'M' con forma extraña, era como si el escorpión abrazara la 'M' mientras estaban dentro de una bola bordeada de negro y por fuera tenía el lado izquierdo en fuego y el lado derecho en nieve.

– ¡Oh, por Dios! – grité exaltada contemplando aquella cosa tatuada en mi piel. ¿Qué diablos era eso?

– Fuiste marcada. – finalizó el chico.

¿Qué?

Escorpio ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora