─ Tienes dos opciones: ¿Aceptas casarte conmigo y tener a mi hijo? ¿O me dejarás convertir a tus súbitos en pilas de cadáveres para pisar sobre ellos mientras me siento en tu trono? ─Earth Namuang
Las consecuencias de un impulso lo destruyen, Mix Th...
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El camino era largo y extenso, el cuerpo de Mix se sentía exhausto, no resistiría mucho, una ventisca proviniendo del norte empeoró las condiciones del tiempo, retrasando su llegada al pueblo, cada paso que daba parecía pesar mas que el anterior y el frío adormecía sus extremidades.
Se sentía extremadamente débil, pese a que había pasado apenas 1 hora de que había caminado, medía el tiempo que le tomaba en tomar una bocanada de aire para evitar el horrible dolor en su garganta que parecía congelar hasta sus pulmones cada que respiraba.
En algún punto comenzó a ver doble y su vista era borrosa, tropezó incontables veces en la nieve que ahora comenzaba a llegarle por encima del tobillo, estaba cerca, lo sabía, veía una luz y el humo de una chimenea así que sabía que no faltaba mucho para llegar a un sitio con gente.
Ya casi lograba llegar.
Eran casi la medianoche cuando una familia de 4 estaban sentados en la sala, cerca del fuego, para ellos, esta noche era como cualquier otra, la nieve caía sin mostrar señales de detenerse pronto y el aire azotaba sin piedad la casa.
Por eso, ninguno esperó que los eventos usuales de esa noche cambiarán de forma tan drástica cuando tocaron a la puerta violentamente, seguido de los perros en el cobertizo ladrando a lo lejos.
El padre de familia se levantó de inmediato e instruyó a todos que permanecieran callados, tomó la escopeta que yacía en el armario del pasillo y quitando el seguro se aproximó con cautela a la puerta, nadie se atrevía a siquiera respirar.
─ ¿Quien? ─preguntó el hombre en tono autoritario a la otra persona, mas no hubo respuesta
Poco después, un golpe seco hizo que muchos saltarán en su propia piel, el hombre decidió armarse de valor y con una ultima mirada hacía su esposa, optó por abrir la puerta.
Al hacerlo, lo primero que sintió fue el aire gélido que le golpeó en la cara, pese a estar usando su chaleco, el respirar ese aire casi lo asfixio, apuntó el arma hacía el frente, pero, para su sorpresa y confusión no había nadie parado ahí, fue solo cuando su vista cayó hacía el suelo que vio el cuerpo de un joven tirado en su porche.
─ ¡Mujer! ¡Hay una persona tirada! ─gritó el señor y el resto de la familia se acercó de inmediato
─ Papá, esta muy frío ─informó la hija mayor al tocar la mano del chico
─ Hay que llevarlo adentro, puede estar herido
El hombre, con la ayuda de su hijo, arrastraron al joven dentro de la casa mientras que la ama de casa cerraba con candados la puerta, la hija se aseguró de que todas las ventanas y cortinas estuvieran cerradas antes de correr hacía la sala.
─ Preparen agua caliente, hay que hacerlo entrar en calor
─ Papá ─la chica llamó al mayor con un rostro de horror puro
