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Los encuentros con Freddy se habían vuelto algo habitual en la rutina de Freya, la cercanía del demonio de los sueños ciertamente le había dado algo de vida a la enorme casa, incluso ambos comenzaban a actuar cada vez más como una pareja, una extraña pareja.

¿Lo malo?

La pelinegra no estaba tranquila, hacía unos cuantos días que había comenzado a sentirse inquieta, como si tuviera un mal presentimiento implantado en el pecho, una sensación de paranoia que no la dejaba tranquila.

Era una sensación distinta a cuando era acechada por el demonio de los sueños.

Hacía sus actividades con normalidad pero, a veces, creía escuchar un extraño sonido a sus espaldas, como si intentaran llamar su atención pero siempre que volteaba, no se encontraba con nada ni nadie.

No podía concentrarse en las meditaciones, cerraba los ojos y cuando comenzaba a entrar en trance, prestándole atención a su respiración profunda, cuando tenía sus sentidos bien despiertos, sentía como si algo o alguien fuera a abalanzarse sobre ella, una presencia oscura y densa como la misma noche que acechaba por ella, esperando el momento en el que bajara la guardia para atacar directo en su yugular.

Ahora mismo estaba intentando escuchar algo, cualquier cosa que delatara a su perseguidor, un paso, una respiración... ¡Lo que fuera!.

Sus ojos cerrados le permitían concentrarse más en sus alrededores, los aromas, los sonidos e incluso la energía, alcanzando a percibir como toda su piel era inundada por una agradable calidez que nacía de su pecho y poco a poco iba expandiéndose hasta cubrir su cuerpo por completo.

Al pasar los segundos, su cuerpo comenzó a sentirse pesado, inmóvil, frunció un poco el ceño mientras tomaba una profunda inhalación, llenando sus pulmones de aire.

Las hojas secas crujieron, le pareció haberlo escuchado a sus espaldas, su piel se erizó, recibiendo una brisa helada que la sobresaltó, eso sumado a su paranoia la habían vuelto más sensible a los sonidos así que estaba segura de haber captado algo.

Su corazón comenzó a latir con rapidez en sus oídos, casi podía escuchar su sangre corriendo por sus venas, sus ojos se movían nerviosamente por los alrededores como si los tuviera abiertos, buscando cualquier indicio que delatara a la persona que estaba jugando con sus nervios.

Levantó la mirada, un crujido más llamó su atención, esta vez sonaba más lejano, distante, le pareció captar algo moverse entre los gruesos troncos de los árboles cuando un fuerte agarre en su hombro la hizo abrir los ojos de golpe.

-Oye...- la chica dio un respingo soltando un grito de terror, cayendo hacia atrás, encontrándose con la figura de Krueger frente a ella.

-¡Joder, Freddy!- se quejó estrujando su suéter a la altura del pecho, donde su corazón latía como loco por el pánico -¡Casi me da un infarto! ¿Estás feliz?- reclamó con sus ojos castaños fijos en aquel hombre, quien se mostraba divertido por haberla asustado así.

-No lo siento aunque esa no fue mi intención- mostró las manos a modo de rendición, haciendo bufar a la morena.

-¿Qué quieres?- cuestionó de mala gana, levantándose del pasto donde antes estaba meditando.

-Quería decirte que siento algo distinto así que me quedaré cerca, si resulta ser un mocoso bromista, me aseguraré de darle su jodido merecido por tocarle las pelotas al mismísimo amo de las pesadillas- amenazó arqueando los dedos del guante, el filo de sus garras salió a relucir con el rayo del sol.

-¿Crees que se trate de algún adolescente?- preguntó curiosa, aquella situación le parecía excesiva, incluso para un adolescente.

-No lo sé, ni me importa- respondió -Pero mantente alerta, lo último que quiero es que te atrapen desprevenida... de una vez te aviso que el papel de héroe no es cosa mía- advirtió, los ojos claros del demonio veían a la joven con severidad.

Mine [Slashers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora