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Estaba más irritada y frustrada que nunca.

Los sueños cada vez se hacían más y más frecuentes.

¡Incluso intentaban nuevas posiciones!

Eso la estaba volviendo loca.

¿De verdad deseaba tanto al maldito demonio quemado?

Esperaba que no, eso sería humillante...

Pero odiaba que esos sueños sólo la dejaran más desesperada.

Necesitaba atención.

Y la necesitaba ¡Ya!

Miró con incredulidad al susodicho demonio entrando a la sala, mostraba una sonrisa mientras se sentaba en el sofá.

-¡Eh, Freya!- llamó la atención de la pelinegra -¿Quieres ver una de mis películas?- tomó el control en su mano -Quiero ver mi mejor ángulo.

¿En serio? Tenía mayores problemas como para sentarse al lado de ese ególatra para ver sus películas...

-No, disfruta verte en tele- respondió en tono cortante, abriendo su computadora para trabajar un poco en el libro que tenía que editar.

Necesitaba distraerse y tal vez, los vídeos de gatitos eran la solución a su alocada y muy explícita imaginación... sí, sonaba mejor ver vídeos que escribir, no podría prestar atención a las palabras aunque quisiera.

Al abrir la página de internet, pudo observar con horror y vergüenza que estaba abierta en una página porno explícita.

-¡Agh!- al escuchar el grito, la sonrisa del hombre se ensanchó -¡Freddy!

-¿Sí?- giró levemente la cabeza para ver a la chica con fingida inocencia.

-No te hagas el tonto- lo miró molesta -¡¿Por qué...?!- señaló la pantalla con frustración.

-No puedes culparme- la señaló -Uno tiene sus necesidades.

-Tus necesidades son tan asquerosas y retorcidas como tú- exclamó con un gesto de desagrado.

-Oh vamos...- era hora de poner su plan en marcha.

Se levantó, acercándose a ella y cerró la computadora sin despegar sus ojos claros de la chica.

Freya no pudo mantener su mirada, volteó el rostro, cosa que al mayor no le agradó.

Tomó su mentón con delicadeza haciendo que lo mirara.

-¿Qué pasa?

-Ah... n-no es nada...- mintió -Sólo... es que me molesta que hagas eso.

Claro que pasaban cosas, su mente no dejaba de recordar aquellos sueños en los que el dueño de las pesadillas la hacía suya.

Freddy reconoció sus reacciones, formando una sonrisa ladina.

-¿Segura? Parece que quieres decirme algo- la joven tragó saliva.

Quería apartarlo de un empujón y gritarle mil cosas pero... no podía.

Tenía un horrible nudo en la garganta que le impedía pronunciar oración alguna.

-A-aléjate- pidió en un hilo de voz, un susurro apenas audible.

Se supone que debería estar enojada... no excitada.

-¿Es lo que quieres, Freya?- dirigió sus manos grandes hacia sus muslos, acariciándolos y apretándolos de vez en cuando, mandando pequeñas corrientes eléctricas por todo el cuerpo de la chica.

Esto le provocó una sensación extraña a la pelinegra, quien se aferró con fuerza a la silla.

No quería admitirlo pero se sentía bien.

Mine [Slashers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora