In blue

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Me vi volando por los aires sin parar, por unos minutos en que en la realidad del tiempo solo eran escasos segundos que otorgaban eternidad a esta huida; sorpresa sentía en mi pecho ante la particular obertura que estimulaba mi sentido, cuando levanté la vista hacia la lejanía y el firmamento me veía en esta casual osadía sin alas ni grilletes, sin culpas ni pecados, sin miedos ni vergüenzas, sin pesar... sin pensar.

No tocaba las nubes que tanto me han inspirado y enseñado a soñar, pero aun así se sentía como un blando, dulce y albino algodón que me provocaba venerar la calma de esto que se volvía en algo tan propio y apasionadamente novelesco a lo largo de nuestro lento pasear.

Sentí tus brazos firmes y cálidos sujetando mi cuerpo, dando ánimo, color y rubor a esta piel que evita creer y conmoverse con eso a lo que llaman "amar". Sentí tus manos haciéndome sentir frágil, suave, ligera ante el profundo azul del anochecer y el mar. Entidades de fuerza mayor que eran testigos al observar con sutileza nuestro dulce tacto y que coreaban con firmeza en compañía del sonido propio del viento y las olas al chocar, las risas que llenaban mis mejillas de miel y sal.

Calma se llamaría esta noche, al menos eso mi mente quería imaginar. Calma se llamaría el amanecer que nos abrazaría cuando la pasión desbordada y atascada por los tiempos en que no lográbamos encajar, se entregara y cayera de rodillas ante los temores que mantenían presa mi voluntad y que, sin darnos cuenta dejaba, en los aposentos ajenos las huellas enmarcadas de los dedos, de la piel y de mis adentros como un acertijo que, dentro de la historia de la humanidad, nadie podrá descifrar.

Libertad llamaré a aquello que dominaba y enternecía esta noche las sábanas faltantes en aquella cama que yacía desolada y que comenzaba a abrigarse con la lluvia de relámpagos, de clamores y sinfonías que no nos permitían respirar, que agitaban nuestro pulso, nuestro corazón de carne, estos, bajo la piel que habitamos y bombean la sangre. Sangre derramada entre partes, como escombros, que ha quedado como rastro de un espectáculo sin nombre, convertido en un recuerdo de complicidad profunda, de mejillas rosas... de encanto y opulencia. Olvidadas quedaron las sábanas, en algún punto de este encuentro, pues tu piel tan cálida y voraz las reemplazaba y con perspicaz sutileza arropaba la corteza que cubre y habita sobre este estado tan singular al que llegó mi palpitar.

Mis manos atadas a tu cuello y a tu sexo, a ese camino que adoré acariciar, hoy me piden entre calores que pida amparo al cielo para que esto no sea solo un sueño de esos que quiero y pretendo sean eternos y que, por vez primera me entregue, en esta inexplicable sincronicidad, aquello que tanto anhelo: un suave beso ante el albino color de la nieve, ante los sabios árboles de los bosques que cantan por las noches y que adornan mis relatos, ante los ríos que sanan mis adentros llevándose toda excusa y mal fundamento, ante el océano que expresa las líricas que encuentro en novelas antiguas... las líricas de mi fuego pasional y violento, ante la mar que nos espera con ansias nuevamente atenta frente al reencuentro de estos seres que somos hoy, queriendo que el mañana, los amaneceres, la tarde y la fragancia noctámbula puedan deleitarnos con los besos que tú tanto esperabas y yo con los labios que, aunque jamás quise admitir, no puedo dejar de mirar.

Besos de Mariposas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora