James Potter, Sirius Black y Remus Lupin

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En las pintorescas calles de Londres, una niebla poco densa se desvanecía para revelar un día de posibilidades. Entre los callejones, James Potter, Sirius Black, Remus Lupin y una joven sin miedo a nada, cuyo nombre resonaba en susurros, compartían un lazo que trascendía la amistad. Eran inseparables, una unión inquebrantable. La joven, de nombre Samantha, irradiaba una chispa de audacia y un aire de misterio. Sus encuentros eran siempre intensos, cargados de risas y complicidad, como si hubiera un lenguaje secreto entre ellos. Sin embargo, las emociones fluían en silencio, enigmáticas y confusas.Entre bromas y travesuras, una tension se sentia en el aire, sintiendose como una melodía del mundo muggle que parecía reflejar los sentimientos reprimidos de todos estos. La canción parecía capturar los anhelos y deseos que ninguno se atrevía a expresar.En noches de reuniones clandestinas en el callejón Diagon, la música llenaba el ambiente, cada verso una declaración no dicha, pero entendida entre las miradas disimuladas que se daban. James, Sirius y Remus observaban a Sam, quien bailaba con una mezcla de inocencia y ardor, como si la canción resonara con su alma.Los días pasaban, entre momentos de alegría y complicidad, pero también de inquietud. Los sentimientos se colaban entre las palabras, dejando a todos en un torbellino de emociones que ninguno sabía cómo abordar.En un atardecer teñido de oro, entre callejones sombreados, la confesión de Samantha rompió el silencio. Con aquella canción de fondo, admitió sus sentimientos, sin rodeos, sin miedo al rechazo. La valentía que proyectaba era totalmente evidente mientras confesaba su amor, dejando a los tres chicos atónitos.Las miradas se encontraron, y los corazones latían al ritmo de la canción. Entre susurros y sonrisas nerviosas, todos los sentimientos que habían permanecido ocultos salieron a la luz. En aquel momento, la música se desvaneció, dejando solo el latido de cuatro corazones que latían al mismo tiempo.A partir de esa confesión, la amistad se transformó en algo más profundo, un vínculo que se tejía con sinceridad y valentía. Aquella canción se convirtió en su himno, recordándoles que el amor, sin temor ni vergüenza, era la esencia de la vida, una melodía que seguiria sonando en sus corazones.




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