𝓣.𝑯𝑬 𝓒.𝑶𝑵𝑻𝑶𝑹𝑺𝑰𝑶𝑵𝑰𝑺𝑻 ━ ; creepypastas ━━

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Un chasquido de dedos resonó por las cuatro paredes blancas que componían la enfermería antes de que los ojos de la contorsionista se abriesen de golpe, de una forma aterradoramente rápida, reflejando confusión y horror.

La contorsionista identificó el como sus sentidos poco a poco volvían a su cuerpo, se sentía como si estuviese descubriendo algo nuevo y teniendo un enorme deja vú a la vez, como si todo fuese nuevo pero tan familiar a la vez. Lo primero que asimiló fue el estridente pitido en el interior de sus oídos, como una alarma urgiéndola a despertar, y, lo siguiente que supo, fue que su cuerpo estaba convulsionando de forma horrible y violenta. Gritos de dolor y llanto comenzaron a escapar de su maltratada garganta cuando los after-effects de su caída y corto periodo de tiempo muerta volvieron a su cuerpo como repentinas oleadas de un dolor agudo y punzante. Sacudiendo cada nervio y haciéndola sentir como si su cuerpo estuviese siendo destrozado desde adentro hacia afuera.

— Enhorabuena Jack —. una voz profunda resonó en la cabeza del nombrado — has hecho un buen trabajo arreglándola.

La voz masculina pertenecía a un ente de espantosamente largas extremidades, piel blanca como la leche y un rostro sin facciones, no había nada más que la figura de humanidad en ese ser.

La chica seguía retorciéndose de dolor entre jadeos mientras que lágrimas escapaban sus ojos como una cascada. Sus huesos y articulaciones estaban de vuelta en su sitio, si, pero la mayoría estaban rotos o astillados, generando un dolor increíblemente agudo.

El ser demónico de máscara azulada simplemente asintió con la cabeza ante las palabras del ente de mayor altura mientras que sus ojos, o al menos donde deberían estar si los tuviese, permanecían fijos en la angelicalmente bella criatura tendida en la camilla. Un repentino frío invadió la habitación por un segundo antes de que se revelase que la figura humanoide había desaparecido.

— Sh.. — Eyeless Jack se acercó a la camilla de forma lenta y apoyó su mano en la mejilla de la desorientada y dolorida niña.

La pobre criatura no pudo responder a su gesto, completamente nublada por el dolor, pequeños sonidos de dolor escapaban de su garganta en forma de llantos mientras que sus ojos llenos de lágrimas miraban al ente de máscara azulada carente de ojos con los que mirar que acariciaba su mejilla. Lejos de ser un tacto afectuoso o tranquilizador, el tacto con la fría piel de Jack solo consiguió que escalofríos recorriesen el magullado cuerpo de la contraria.

El cerebro de aquella presencia angelical era únicamente capaz de procesar el dolor y la confusión, su mente no procesaba nada más, no había preguntas por el entorno en el que se encontraba, sobre el ser que la miraba desde arriba, ni por el cómo de estar sintiendo dolor de nuevo en sí.

— Bast-ahg-a — sollozó la contorsionista —. haz que-e par-e-e-.. due-l-le

Eyeless Jack se mostró impasible, y, aún manteniendo su mano derecha acariciando la mejilla de la contraria, usó su mano libre para tomar una máscara de anestesia, colocándola sobre el rostro de la humana para dormirla.

— Ayud-da.. — lloró mientras que poco a poco se dormía su dolor.

En pocas inhaladas tras la máscara ser colocada, los párpados de la angelical criatura se cerraron de nuevo mientras que el dolor desaparecía, dándole paso a un descanso sin sueños. El demonio humanoide de máscara simplemente se mantuvo mirando como poco a poco el pulso y las constantes vitales de la contraria se asemejaban a las de un humano durmiendo, aunque, claro estaba ya que esa muchacha ya no era humana, había muerto, por dos días, y había sido traída de vuelta a la vida por uno de los muchos entes que rondaban la faz de la tierra.

Jack admiró las facciones de la contorsionista por unos momentos, sus cuencas vacías admirando la palidez y frialdad de la piel contraria, las abundantes pestañas, el cabello despeinado y los múltiples moratones esparcidos por su cuerpo cuales manchas de pintura sobre un lienzo en blanco.

La cabeza del demonio se ladeó ligeramente mientras la observaba, como si queriendo escenificar la forma en la que aquella chica era poseedora de una increíble y atrayente belleza incluso tras haber perdido la vida, se hacía ver como un ángel lanzado desde el cielo con las alas atadas por el mismísimo señor, directa hacia las ardientes fauces del infierno.

Después de su ensismación momentánea por la hermosura de la criatura de huesos rotos que yacía en la camilla, Jack volvió a ponerse manos a la obra, y, haciendo uso de las múltiples vendas que había a su disposición en la enfermería, se encargó de vendar e inmovilizar las articulaciones que dispusiesen de huesos rotos.

Sin duda, la próxima vez que aquel ángel de contorsionista abriese sus ojos el dolor no la cegaría de nuevo. Tal vez incluso lograría sentarse en la camilla. Jack se encontró fantaseando sobre las reacciones que tendría la muchacha ante el mundo la próxima vez que abriese los ojos. ¿Se asustaría? ¿alegraría? ¿entristecería tal vez? ¿gritaría? ¿trataría de correr? Esas y muchas más preguntas rondaban la cabeza de Jack mientras que se sentaba en una silla que había por allí cerca a esperar en silencio que aquella belleza de niña abriese sus ojos de nuevo.