capitulo 3

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—Es Irene—, comentó el director. —Su ex-esposa y tripulación quedaron atrapados cerca de los once mil metros.

Lisa estaba sin expresión alguna, no quería creer lo que acababa de oír.

Maldito Tae, y maldita sea su increíble habilidad para manipularla.

—Temo que los atacó la misma especie con la que se enfrentó usted allá abajo—. Jong-suk la miró suplicante—. Tengo buzos con menos experiencia dispuestos a bajar, pero siento que debo darle a mi tripulación mayores probabilidades de éxito.

La rubia seguía sin mostrar algún gesto.

—Se lo suplico Lalisa Manoban, por favor ayúdenos—, formó una reverencia.

Pero Lisa ya había tomado su decisión. Sabía que después de oír ese maldito audio, su conciencia no la dejaría en paz.

La tripulación del origin se enfocaba en arreglar la energía del submarino. La temperatura era muy baja y sin la calefacción, seguramente morirían congelados.

—Pásame esa llave—, pidió D.O.

La piloto se lo pasó con sus manos entumidas temblando del frío.

D.O. pudo haberlo logrado de no ser porque sus dedos dolían y terminó por tirar todo.

Suspiró intentando controlarse, ya era la segunda vez que le pasaba.

—Está bien, yo puedo—, se calmó—. Solo tengo que bloquear el firewall y con eso reiniciar las computadoras.

Finalmente después de varios intentos, cortó unos cables creando un corto circuito entre la máquina.

—¡Listo! —miró a su capitana—. Intenta encenderlo.

Irene activo y presionó el botón para encender la energía, agradeciendo internamente que lograron recuperar la calefacción.

Ambos suspiraron aliviados. En verdad estaba haciendo mucho frío ahí abajo.

—Tenemos energía auxiliar—, leyó el estado del submarino—. Jamás podremos encender el motor, pero tal vez podemos hacer que los tanques se recuperen.

D.O. asintió y se abrazó a si mismo buscando calentarse en lo que la temperatura se regulaba, sin embargo notó a su mejor amigo muy apartado y callado.

—¿Qué haces tomando notas?

—E-Escribo una carta p-para mi esposa.

Irene y D.O. lo miraron con preocupación. No era bueno que su amigo tuviera esos pensamientos negativos.

—S-solo por si acaso.

D.O. negó.

—No pienses de esa manera—, regañó—. Vamos dame ese puño guerrero—, extendió el puño.

Xiumin sonrió y chocó el puño con el de su mejor amigo, ambos simulando una explosión al abrirlos después de chocarlos.

Irene terminó de reiniciar el sistema, recuperando la iluminación del submarino.

—¿Ven? Todo va a salir bien—, aseguró D.O.

Pero a la piloto no le gustó el sonido del exterior, nuevamente como si una corriente los rodeara.

—No...

—¿Qué?—, D.O la miró confundido.

—Hay que apagar la lu-

Antes de poder hacerlo, un fuerte golpe los sacudió brutalmente a todos. Los tripulantes y algunas herramientas chocaron y rebotaron contra el techo, algunas paredes y nuevamente el suelo.

En lo profundo (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora