La voltereta de una moneda

Capítulo 11: ¡Gusanos femeninos! ( XI )

Cuando volví al campamento, la fogata estaba en su apogeo.

Afrodita y yo nos teletransportamos a la hierba gruesa de Long Island, y pude escuchar las voces de los campistas cantando en algún lugar a lo lejos.

Sentí una punzada de nostalgia. Quería estar allí, cantando y bromeando con mis amigos, pero en cambio, estaba aquí.

Me pareció un poco fascinante cómo podía sentir una emoción tan fuerte y anhelar algo que solo había experimentado algunas veces, pero, bueno, ¡el corazón quiere lo que quiere, después de todo!

Cada parte de Half-Blood Hill se sentía viva: los animales titulados sobre nosotros, los insectos zumbaban en el calor de la noche, los árboles se balancearon en una brisa de verano, era casi como si el campamento estuviera anhelando yo tal como estaba anhelando eso.

Afrodita me acompañó hasta el árbol de Thalia, con los pies crujiendo en ramas y parches de tierra. Nos detuvimos cuando llegamos al borde del campamento.

Casi como si reaccionara a la presencia de Afrodita, una pequeña barrera dorada cobró vida alrededor del campamento. Un zumbido bajo reverberó por todo el bosque, imitando el sonido de un generador eléctrico que acababa de encenderse.

Ella lo miró con disgusto.

"Los inmortales no están permitidos en los campamentos sin el permiso de un campista", explicó Afrodita en mi mirada de confusión. Antes de que pudiera ofrecer dejarla entrar, ella continuó hablando. "Gracias por cenar esta noche, Percy. Es cierto que esa pizza no era la peor delicadeza que he tenido."

"He, mi objetivo es complacer", respondí con una sonrisa, mirando las sombras de las ramas que se proyectan en su rostro. Honestamente hablando, la noche no había sido...bad. Solo un poco raro, a veces. "Lo siento si no era a lo que estás acostumbrado."

"Fue encantador", Afrodita agitó mi preocupación. Ella me llamó la atención. "Todavía tenemos mucho de qué hablar."

Tragué. "Lo sé."

Nos paramos por unos momentos en un silencio cómodo. Las voces combinadas de los campistas resonaron en el fondo.

Me encontré mirándola de nuevo. Todavía no sabía qué pensar de ella. Por un lado, ella era increíblemente hermosa, como, ni siquiera puedo describir lo atractiva que era esta mujer.

Por superficial que parezca, su apariencia literalmente me hizo querer olvidarme de toda lógica y simplemente estar con ella. Honestamente, podría imaginar lo agradables y cálidos que sus labios podrían sentirse en los míos, pero no.

No sabía nada de ella. Y algo todavía se sentía raro en ella, la secuencia de eventos en torno a lo que nuestra relación todavía se sentía. De una manera que no podía poner en palabras, o incluso comprender completamente, pero fuera. Fue suficiente para mantenerme alerta a su alrededor.

"Lo admito...No sé qué hacer conmigo mismo", Afrodita rompió el silencio. Ella exhaló lentamente. "No he tenido tanta libertad en...bueno, mucho tiempo. Hay tanto que quiero hacer."

"Me gusta qué?" Pregunté curiosamente. Esta fue la primera vez que Afrodita mencionó algo así. Fuera de nuestro interacciones, sabía poco o nada sobre ella.

¿Comida favorita? No.

¿Sus pasatiempos? No hay idea.

¿Su color favorito? Vamos ahora.

Ella era una extraña para mí. Esta fue una oportunidad de Grado A para aprender más sobre ella y, por extensión, aprender lo que se trataba de mí que parecía encontrar tan atractivo.