Capitulo 14

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-Te pedimos sinceras disculpas por lo sucedido, estos jóvenes son bastante descorteces - los adultos inclinaron su cabeza avergonzados, forzando a los adolescentes a levantarse y hacer lo mismo

-Lo lamentamos, señor - "señor" fue una palabra que causó impresión en él. Los muchachos habían sido manipulados por los mayores para decir tales cosas

-¿Señor?... - los miro desde encima de su hombro, seguía dándoles la espalda - Lamento mi ignorancia, ¿a quién se refieren con "Vladisnov"? - era una expresión que no había escuchado, lo más cercano era el nombre de su padre

-¿No es usted Kusnetsov, el hijo de Vladislav? - dijo un hombre confundido

-Soy el hijo de ese hombre... si... - se dio la vuelta - pero temo que mi apellidos no es el mismo al suyo - se limpió la prenda que llevaba puesta, la cual ahora estaba llena de polvo

De entre la multitud, se abrió paso una joven de cabello rojo y ojos conocidos. Ambos descubrieron quienes eran desde el primer instante, pero no cruzaron palabras, más que un asombro inmenso por parte de ella, quien genuinamente lo creía perdido

-Mi nombre es Kuro... Hotondo Kuro - se señaló a sí mismo. Lidmilla se sonrojó al ver que de verdad había dado importancia a su idea - y mi pregunta es, ¿qué es este lugar? ¿Porque simulan algo que ya existe?

Los adultos volvieron a enderezarse

-Si de verdad le interesa... se lo explicaremos después, subjefe segundo... este lugar se llama "la morada de las artes perdidas". ¿Le importaría acompañarnos por un tiempo?

Kuro de verdad no estaba muy interesado en socializar, pero si lo estaba en Lidmilla, quería explicarle lo que sucedió. Quería continuar con lo que pasó esa noche...

Él aceptó. Cuando comenzaron a caminar de regreso a la construcción de donde salieron todos, él se acopló a la multitud, acercándose a Lidmilla. Ella se acomodó a su paso, y una vez caminando juntos, se tomaron de la mano. Los murmullos ajenos no se tardaron en comenzar

Kuro esperaba a que ella le dijera algo, pero pronto dedujo que no sería así

-Estas... ¿estas molesta? - dijo él con un tono nervioso. Ella se le acercó un poco más y dijo en voz baja

-Estaba preocupada... no creí que fueras a estar bien... - ella le dio un apretón en la mano y se acercó aún más. Él devolvió el apretón, sintiéndose cálido por el interés que ella mostraba por su seguridad

-No pensé que te preocuparas por mí... no deberías - él sonrió suavemente, y ella lo codeó

-¿Cómo esperabas que no fuera así?... Tonto... - ella se sonrojó y soltó una pequeña risa - tu eres el único por quien me preocupo... Hotondo Kuro

Él también sonrió mientras se sonrojaba, acercando más su brazo para juntarla hacia él. Ella cedió a su fuerza y a su voluntad

Desde detrás de ellos, se escuchó un zumbido seguido de un sonido similar a un chillido justo en el momento que alguien saltó hacia ellos, sosteniéndose de sus hombros y levantándose con sus brazos para pasar a delante de ellos. Kuro vio delante de ellos otra chica con un cabello marrón, sus brazos y piernas deformados extrañamente, al igual que su rostro ligeramente no humano, pero eso no la hacía lucir menos atractiva

-¡Heey! - dijo con voz dulce, dándose la vuelta y saludando a ambos

Sus ojos eran grandes y negros, su piel, pálida, sus orejas estaban muy por encima de donde deberían, eran grandes y puntiagudas... y repletas de un tipo de pelo...

-¡Alisa! ¿Qué haces? - contestó Lidmilla un poco irritada, señalando con sus ojos a Kuro, indicando que no molestara

-Paso a saludar, ¿acaso no puedo? - ella comenzó a pasearse entre ellos - ¿Es el de quien me hablabas anoch-? - Lidmilla la calló, sonrojándose. Alisa dio unos pasos hacia atrás para escapar de su poder

-N-¡no hables de eso! -suplicó ella tratando de volverla a atrapar, pero tropezó y cayó en el suelo

-Entonces tu eres el dichoso "Kuro", ¿cierto? - dijo ofreciéndole su mano e ignorando la urgencia de Lidmilla de hundirse en la tierra tan pronto como fuera posible

-S... si... escuche que tu nombre es Alisa... pero no te ves muy humana - Kuro se vio en el dilema de si ayudar a su compañera o no... Creyó que sería mejor si siguiera conversando con la nueva - sin ánimos de ofender, ¿que seas?

-No estoy ofendida - dijo con una sonrisa hermosa, mostrándole muchos dientes afilados - soy una persona bestia, pero si quieres que sea más específica, soy una chica murciélago. ¿No se me nota?

-Nunca había visto a un murciélago, así que perdón por mi ignorancia

-¡Ah, por favor! - ella se acercó a su torso - no debes ser tan formal con nosotros - comenzó a inspeccionar las facciones de su rostro - Lid, si es tan atractivo como presumías

-¿¡Que?! - ambos soltaron esta expresión al mismo tiempo. Lidmilla se levantó y solo ella siguió hablando - ¡Hey! ¡No te acerques tanto a él! - apartó sus manos del rostro de Kuro

-¡Oh! solo es tuyo, es cierto - volvió a echarle un vistazo - al final del día, no es por completo mi tipo, y no solo en cuanto a especie - colocó sus manos detrás de su cabeza, levantando sus codos tan alto como pudiera. No eran horas para que ella estuviera despierta, pero el escándalo que causó la levanto de su sueño y ahora estaba cansada

-No sé cómo debería de sentirme al respecto - no tenía palabras para continuar la conversación. Nunca conoció a dos personas con una relación de confianza de este nivel. Además, jamás había recibido algún elogio ni palabras agradables sobre su físico

-No te impresiones. En realidad, ella suele ser así - viendo que Alisa se alejaba, se des estresó un poco - es una amiga cercana... si, anoche le hablé sobre ti

Ambos siguieron caminando lentamente junto al grupo. Pronto llegaron a la construcción, que se veía mucho más grande de cerca

-Kuro... debo irme, te dejaré con los moradores - ella abrazó su cuello con fuerza, plantó un beso rápido en su mejilla y se marchó hacia dentro, todo en un santiamén

-Muy bien, entonces - dijo algún adulto. Kuro lo recordaba de la "reunión" del día anterior - señor "Hotondo". Esta es la morada de las artes perdidas. Dentro formamos a todos los futuros soldados de los podadores con todos los tipos de magia y armas que han nacido y se han desvanecido con el paso de milenios

-y ustedes son los moradores. Siendo el descendiente del subjefe, debo asegurarle que no me molesta llamarlo "maestro" ni "profesor". Después de todo, solo vengo por curiosidad hasta este rincón, no veo por qué debo ser superior en ningún sentido

El hombre se asombró por la formalidad y la humildad del joven. Reconocía su estatus en la política de esta secta, y aún así mostraba su respeto por uno de los eslabones más ignorados del lugar

-es usted muy amable, señor - le ofreció su mano - mi nombre es Thomas Connor, es un gusto servirle

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⏰ Última actualización: Feb 07 ⏰

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El Angel del Caos (precuela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora