-¿Hola? - dijo el pequeño, que rápidamente perdió de vista al visitante - ¿hay alguien ahí?
El niño engendrado se escondió, nunca había visto una criatura que reprodujera sonidos similares. Aterrado, se dio cuenta de que era muy parecido a el
El otro infante no le dio importancia y siguió jugando y observando de vez en cuando. El forastero salió en busca del arroyo para conseguir algo de beber, y con suerte, algo de comer. Al darse cuenta de que había una zona poco frecuentada por esas criaturas, se recostó ahí a descansar
Pasaron pocas horas antes de que la curiosidad se apoderara del invasor, y busco la forma de regresar con su similar, y pronto se volvió a encontrar con el lugar, se sentó a esperar detrás de la enredadera plateada para verlo, y aunque su curiosidad era grande, su paciencia era mayor. Un tiempo después el niño salió también en busca del errante, y ambos se encontraron
-Hola - dijo ahora sin preguntar, estaba seguro de que era el que había visto antes - ¿cómo te llamas?
El visitante no comprendió el balbuceo que salió de su boca
-¿puedes hablar? - la duda nació dentro de su compasivo ser, y pronto quiso enseñarle, y trajo cosas con las que jugaba y comía para presentarlas a el - mira... esto se llama "maíz" - le extendió el alimento a su mano por debajo de la cerca - ¿tienes hambre?
El crio miro la nueva verdura, que era un descubrimiento de su viaje, pero aun no sabía que se podía comer. El niño hizo señas de morderlo, y así lo hizo el intruso. Dio una fuerte mordida al nuevo alimento. Su sabor era diferente a todo lo que ya había probado, este le agrado y termino de comérselo
-¿te gustó? - dijo el niño con una risa suave - creo que si tienes hambre, veré que más puedo traer
El niño se marchó con su madre, pidiéndole algún fruto o verdura, pero en su lugar, le dieron una pequeña pierna de pavo cocinada, y creyó que esto también le agradaría a su nuevo amigo
-¡mira! esto es "carne" - dijo ofreciéndole la pierna a su amigo
El errante la tomo por debajo de la cerca, y sabía que era de un animal muerto. La idea le entristeció, pero está ahora desprendía un olor mucho más atractivo, así que la probó. La carne era más suave, tenía mejor sabor y no tenía pelo que le estorbara. Este nuevo sabor le agrado demasiado, tanto que hizo algunas muecas extrañas antes de sonreírle a su compañero
-mis padres se enojarían si dejo que entres a casa, pero me gustaría que sigas visitándome... ya casi es de noche, te traeré un poco de ropa para que no estés frío - luego de lo dicho, lo cumplió. Le trajo varias prendas para que se vistiera y le enseño el orden y sentido en que debían de vestirse, el forastero no comprendía en su totalidad lo que decía, pero sabía cuándo lo que hacía estaba bien o estaba mal, y poco a poco fue aprendiendo a ser más humano
-¡bien hecho! ahora me debo de ir, ¡visítame mañana! - después de despedirse, se escuchó un llamado de la madre del niño, y el niño lo siguió. El forastero se sintió un tanto extraño, luego de que oscureciera, se trepo por la enredadera plateada y entro en la casa
Intentó entrar por la misma puerta que siguió el niño, pero ya estaba cerrada. Buscó algún otro lugar para entrar. Escaló las paredes como lo haría un gato, clavando sus dedos en la madera y subiendo, en busca de su amigo
Encontró una ventana medianamente abierta, y la empujó hacia un lado como había visto que lo hacían los locales. Entonces entro a un clima bastante más caliente y lindo, pero la luz de la luna ya no alcanzaba para alumbrar sus pasos, así que se movió por la oscuridad en la casa. Aunque se veía rectangular desde fuera, por dentro era mucho más complicada, con asilos y escaleras, y a todas estas las recorrió. Entro luego a la habitación donde estaba su compañero, que yacía dormido
Subió a la cama, que tenía una estabilidad casi nula, al igual que no era liso. Caminar por ese terreno era complicado, pero su amigo lucía bastante cómodo ahí, así que se acurruco a dormir con él. No fue hasta el siguiente día que noto su presencia
-¿eres tú? ¿Qué haces aquí? - dijo esperando una respuesta, aunque no la recibió, porque no sabía hablar - ¿tuviste frío? o ¿miedo?... espera... ¿cómo entraste?
Muchas dudas nacían en su cabeza, y parecía que ninguna se iba a resolver
-mis padres creerán que eres malo si te ven aquí, es mejor que te escondas - abrió las puertas de un armario de su habitación, libero algo de espacio y le invito a entrar - aquí no deberías tener frío ni miedo, el invierno se acerca, así que es lo mejor. Para cuando comience a hacer calor buscare otro lugar para ti
El forastero se acomodó dentro del armario, era un poco apretado, pero cabria ahí por el tiempo suficiente, entonces sonrió a su amigo
-algo me dice que no tienes nombre... ¿te gustaría que te ponga uno? - dijo sonriéndole de regreso, su amigo entendió que sería algo bueno, así que sacudió su cabeza indicando que sí. Era el primer gesto que aprendió - veamos... estamos en una colonia de Japón... y tus ojos y cabello son negros... "Kuro" está bien, ¿no?, significa "negro" en japonés, ¿te agrada?
El no comprendió nada, pero le sonó como una buena idea. Volvió a hacer su gesto favorito
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El Angel del Caos (precuela)
Fantasíauna precuela para el libro que ya hice (lo baje) del angel del caos