CAPÍTULO-5: Cambio de planes

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Esos podrían haber sido los tres segundos más lentos de mi vida, no sabía cómo reaccionar, estaba nervioso, muy nervioso. Todo a mi alrededor se había parado, un montón de cosas pasaban por mi cabeza, pero seguía sin ser capaz de reaccionar. No me podía mover, pero quería hacerlo. Es una sensación extraña el querer y no poder, no se lo recomiendo a nadie. De pronto recibí un golpe en el estómago, que sin exagerar me mandó a volar por lo menos dos metros. Me dolía todo, pero a duras penas me levanté como pude apoyado en mi palo.

Mi capacidad de control sobre la situación había bajado drásticamente, eso explicaría mi comportamiento, que fue el de nada más levantarme señalar a Icky(que es el que me había dado el golpe) y correr hacia el. Lo que pasó a continuación difiere mucho de lo que pasa en los libros que suelo leer. Os preguntaréis qué pasó, y la verdad es que el golpe que me dio fue incluso más fuerte y doloroso que el anterior, pude notar como salió algo de sangre de mi boca y acto seguido me desmayé. No me dió tiempo a pensar en lo que había sido de mis amigos, simplemente se volvió todo negro y... no se.

...

Me desperté en una habitación oscura, pero noté que nos movíamos, por lo que deduje que estaba en una furgoneta. Tenía la boca tapada, y estaba atado de brazos y piernas; ninguna de estas cosas me impidió gritar como lo haría alguien en mis condiciones, mis gritos sonaban como cuando te gusta alguna comida estando enfadado, en plan: ¡mmmmm! Yo me entiendo.

Después de un tiempo, supongo que habrían pasado más o menos 45 minutos, la furgoneta se paró. No sabía a dónde me llevaban, tampoco me importaba mucho, mi prioridad era saber si mis amigos estaban bien. De repente vi una luz, habían abierto la puerta, la luz me deslumbró y sentí como me cogían de la camisa con una sola mano, acto seguido me tiraron al suelo de forma bastante bruta y me obsequiaron con un par de patadas mientras se reían a carcajadas. Por su aspecto supe que eran mis ya no tan amigos Ricky, Picky e Icky. Al salir me vino un aroma especial, además del de suela de zapato, ese aroma era el del mar.

Donde yo vivía no había mar, así que el aroma del mar me sorprendió mucho, a lo mejor me habían traído de vacaciones a la playa, pero lo dudaba, y mucho.

...

Me llevaron a un edificio, que de fachada era muy moderno, podría pasar perfectamente como un campus de tecnología, o algo por el estilo. El edificio era en su mayoría de cristal, con muchas terrazas, y todo súper bien adaptado al entorno natural. Cuando llegamos nos recibió un hombre bastante bien arreglado que llevaba una bata blanca, por lo que pensé que debía de ser científico o médico. Yo por supuesto no podía hablar y me llevaban a rastras por todo donde pasábamos. Como dato, me llevaba el majete de Icky, y si, es ironía.

El hombre que nos recibió, nos invitó a entrar en el edificio. Todo era muy moderno, y no había mucha gente. Aparte de nosotros, solo estaban dos mujeres que parecían ser secretarias y un hombre dormido en uno de los sillones de la sala de espera.

Yo llevaba las manos y los pies atados, y la boca tapada. El hombre que nos recibió hizo un gesto a mis tres amigos y estos me quitaron la cuerda de los pies y me destaparon la boca. Lo normal en ese momento habría sido gritar, preguntar, revelarme, pero decidí mantenerme callado. Mientras observaba todo con tranquilidad y silencio, no podía evitar pensar en mis amigos, y sobretodo en Matilda.

Durante ese rato, simplemente me dejé llevar. Todo era muy misterioso, y la persona que nos recibió, de la cual aún no sabía ni su nombre, fue el encargado de llevarme a donde fuera que estuviéramos yendo.

Llegamos a una sala cuadrada, totalmente blanca, a la cual entramos mediante el reconocimiento facial de la puerta hacia la cara del tipo que me llevaba. En esa sala solo había una mesa y dos sillas. La puerta se cerró. Me indicó que me sentara y él se sentó enfrente de mí.

— Te llamas Juan Vrem, ¿verdad? —me preguntó y yo asentí— Vives en el internado de Llaüt, no tienes familiares y tus padres murieron en un accidente de avión cuando tenías 6 años, ¿me equivoco?

— No

— ¿Que pasaría, Señor Vrem, si le dijera, que al menos su padre, no está muerto?

En un libro este sería el momento esperanzador de la historia del protagonista, osea yo, pero en mi caso no fue así.

Lo que el tiempo cambiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora