Iba por los anchos pasillos de aquel enorme edificio, cualquiera que viera el edificio, por dentro o fuera, pensaría que es la mansión de un multimillonario. Andaba detrás de mío mi nuevo amigo, el agente o3. Por supuesto la conversación era más bien nula, y aún quedándome muchas cosas por entender, en ese momento solo pensaba en lo incómodo que me iba a ser llamar a mi amigo el agente 03, agente 03. Así que contra todo pronóstico inicié una conversación con mi amigo.
— ¿Cómo te llamas? —le dije refiriéndome al nombre real—
— Agente 03 —me respondió sin ningún tipo de expresión en su cara—
— Ya, pero me refiero a tu nombre real
— Agente 03 —la misma respuesta—
— Bueno... pues para mí vas a ser Map —me hacía gracia el nombre, y me mira con cara de que le da igual, así que sigo— a mi me gusta el nombre, me he basado en que eres el que me guía, y Map es mapa en inglés, así que puedes sacar tus propias conclusiones. Además tiene 3 letras y tu eres el agente 03 así que también queda guay por ahí... —en ese momento incluso yo pasé vergüenza de mi mismo—
—Como quieras —sigue sin mostrar ningún tipo de expresión—
La conversación acabó en ese momento, aunque sinceramente no sé si llegó a ser una conversación, porque solo hablaba yo mientras Map se limitaba a responder una o dos palabras como: si, no, puede, como quieras o tal vez; siempre sin mostrar expresión alguna.
Continuamos andando durante cinco minutos, que por lo menos para mi, se me pasaron en seguida porque iba mirando todo lo que había por los pasillos y por las salas por las que pasábamos. Por los pasillos podía haber desde una puerta blanca o de cristal con la mayor seguridad de entrada, hasta pantallas integradas en el suelo y en las paredes en las que, cuando no estaban apagadas, se mostraban anuncios sobre próximos eventos de mayor o menor importancia, yo vi uno en la que ponía: "Hoy lunes conferencia sobre el funcionamiento de los medios de comunicación". En estas pantallas también se daban indicaciones, como las que nosotros fuimos siguiendo, cada vez que pasabamos por una de esas pantallas aparecía una flecha en la que ponía "Agente 03 y Sr Vrem" que indicaba hacia donde teníamos que ir. Mi amigo Map, a pesar de ser poco hablador, se molestaba en repetirme lo que ponía en las pantallas para asegurarse de que le seguía.
El funcionamiento de las indicaciones en las pantallas me sorprendía cada vez más, porque dudaba que funcionaran por tiempo, eso quería decir que estábamos constantemente vigilados. Esa reflexión me llevó a fijarme más en todo, y durante los últimos 3 minutos que estuvimos andando, me di cuenta de que estaba todo repleto de cámaras muy discretas.
El ver tantas cámaras me impactó mucho, las personas que dirijian ese sitio lo tenían todo muy controlado, me parecía imposible la idea de que existiera un punto muerto para las cámaras en ese sitio, había muchísimas cámaras. Las cámaras más visibles eran muy pequeñas, y las más imperceptibles para nuestros ojos estaban integradas en objetos cotidianos, como en macetas o en los propios teclados que había en las puertas para introducir las claves de seguridad. En ese momento entendí que era verdad que aquí se tomaban muy en serio la información, lo controlaban todo.
Cuando por fin nos paramos deduje que habíamos llegado a donde fuera que me tenían que llevar. Nos paramos junto a una puerta, esta era blanca, como todas las puertas de ese sitio. En el pasillo en el que nos encontrábamos, el cual era muy largo, había muchas más puertas y todas, incluida la que tenía al lado, estaban enumeradas. Los números iban del 1 al 13, supuse que habría más puertas, pero yo solo alcancé a ver hasta la 13.
— Esta va a ser tu habitación —me dijo Map mientras me abría la puerta indicando que entrara—
— Vale —lo dije con un tono de no saber muy bien qué estaba pasando mientras entraba—
Nada más entrar en aquella habitación, que iba a ser mía, se me pusieron los ojos como platos de lo impresionantemente grande, elegante y moderna que era. Más que una habitación aquello era una casa o un piso en la que podía caber perfectamente una familia con tres hijos y les sobraría espacio.
La habitación estaba repleta de pantallas, el tablón de cada mesa era una pantalla o incluía una, que servía para controlar la iluminación, temperatura y otras cosas como la navegación web o el control de los electrodomésticos. Un detalle era que al entrar había una pantalla en la pared de al lado de la puerta que me saludó, no por voz, sino que tenía escrito "Bienvenido". Mientras que las pantallas brillaban por ser tantas, tan bien integradas y útiles, las puertas brillaban por su ausencia. Solo había tres puertas, la de la entrada y la de los dos baños (menos mal que había puertas en los baños). La habitación se sentía muy amplia gracias a los grandes ventanales y a la escasez de puertas. Había diferentes niveles, la cocina estaba un escalón elevada y la habitación casi tres metros sobre el suelo del salón, el nivel más bajo junto a la entrada, y se accedía por unas escaleras que eran literalmente tablones de madera oscura, los cuales hacían un buen contraste con el blanco de la pared, pegados a ella; y las paredes de la habitación que daban al salón eran, en su mayor parte, de cristal. En la habitación había un baño y en el salón otro, los dos igual de grandes, completos y lujosos.
Una vez que Map me dejó en mi habitación y se fue, me puse a explorar más a fondo todos los detalles de mi, más que habitación, nueva casa. Absolutamente todo lo que me rodeaba ahí era sorprendente. Desde luego no habían escatimado en ningún tipo de gasto, y eso para mi, que venía de haber vivido 10 años en un internado, era un cambio bastante grande. Finalmente, tras dar muchas vueltas y tocarlo absolutamente todo para ver cómo funcionaba, conseguí familiarizarme lo suficiente como para sentirme mínimamente cómodo con lo que iba a ser mi nuevo hogar.
...
Ya estaba listo para irme a dormir, había conseguido ducharme después de una extraña pelea contra los muchos botones de la ducha y después de haber cenado lo primero que encontré en la cocina, osea, un sándwich de jamón y queso; estando ya acostado en la cama decidí echar un vistazo al horario que iba a marcar mi nueva rutina.
La verdad es que fue muy sencillo entenderlo todo bien. Era un horario muy básico, todo era tiempo libre menos las horas que iban de diez de la mañana a las dos y cuarto de la tarde de los días de entresemana. Los lunes, miércoles y viernes tenía dos horas de informática, 15 minutos de descanso, y dos horas de entrenamiento; en cambio los martes y jueves era todo igual pero en vez de informática tenía taller. Me hacía una idea de lo que iba a ir cada cosa, pero era una idea muy vaga, pues nadie me había explicado aún nada sobre lo que iba a hacer en esas "clases". También se me ocurrió pensar que debían creer que iba sobrado en las asignaturas normales que había estado cursando hasta ese momento, porque me las habían suprimido por completo, aunque siendo sincero, se podía quedar así porque nunca me han gustado mucho esas asignaturas.
Entre todas las cosas que iba pensando antes de dormirme, había dos más importantes que las demás. La primera era que no tenía porque hacer ningún caso a lo que me decían, no me habían amenazado con ningún tipo de consecuencia ni nada, hasta ahora había obedecido en todo por miedo a lo desconocido, pero a parir de ahora no se lo iba a dejar tan fácil. Y esta primera cosa que pensé, esta actitud que iba a adoptar, estaba influenciada por todo lo que acababa de perder. De un día para otro, sin previo aviso, había perdido la oportunidad de vivir un curso que parecía prometedor con mis amigos y mi novia, con la que, por razones obivas, no habiamos durado mucho. Ante toda esta disconformidad que se formó en mi, me decidí a que iba a lograr recuperar mi vida anterior, y sobretodo iba a volver a ver a Matilda.
Llegados a este punto, en un libro, empiezan a venir los problemas, y tenía la certera sensación de que no se diferenciaba mucho del libro de mi historia.
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Lo que el tiempo cambia
Teen FictionSoy Juan, Juan Vrem, y desde los 6 años he vivido en un internado. ¿El motivo? Pues que en 2022 mis padres murieron en un accidente de avión junto a 46 personas más. Soy partidario de que todos tenemos una historia, y la mía empezó cuando tenía 16 a...