Nosotros seguíamos bailando, no había comentado nada con Matilda sobre mi supuesto presentimiento. Estaba más preocupado de lo normal, intentaba disimular pisando el pie de Matilda aposta para reírme, procurando que no se enfadara conmigo claro.
Cada vez me inquietaba más, hasta tal punto que Matilda se empezó a dar cuenta de que me pasaba algo. Paramos de bailar y me sacó fuera. La verdad que ese momento fue algo repentino, pero a la vez me lo veía venir; pues aunque me gustaba mucho la idea de actuar, lo hacía muy mal.
— ¿Te pasa algo? — me preguntó Matilda—
— El caso es que... —me interrumpió el sonido de un gran "bum"— Quédate aquí, no te preocupes por mi, y... todo saldrá bien. ¡Adiós!
— Voy contigo —insistió—
— No, imposible —me negaba rotundamente—
— Si —insistía—
— No —me negaba—
En ese momento mi cabeza daba mil vueltas, pensaba en muchísimas cosas a la vez, pero si algo tenía claro es que no quería poner en peligro a Matilda bajo ningún concepto.
— Si —seguía insistiendo—
De repente escuché más gritos y más fuertes.
— Va, corre detrás de mí —tenía prisa y acabé accediendo—
Entramos corriendo, y no por la puerta, sino que entramos por un nuevo sitio conocido como: agujero en la pared. Ahora entendía el gran "boom" de hace unos segundos. Me asomé por el gran agujero, vi un grupo de tres hombres que gritaban a todos los estudiantes, que por cierto estaban todos muy asustados, estos hombres preguntaban si sabían dónde estaba... yo, osea me buscaban a mi, no se porque, ni de cuándo y cuánto me conocen esos mastodontes(porque estaban bastante bien formados en cuanto a músculos), en ese momento mi brillante cerebro solo pensó en: "voy a ir a hacerles frente, porque como soy muy fuerte les voy a ganar en un uno contra tres", pobre de mí en ese momento, que era más ingenuo que un niño de 4 años.
— Vale quédate aquí —le dije a Matilda. No le dejé responder y me fui para dentro directamente—
Entré a gachas, procurando no hacer ruido, pero como eso solo funciona en las pelis... no funcionó y me vieron nada más haber dado tres pasos.
— ¡Eh tú, niñato! —gritó uno de los tres hombres que había allí—
En ese momento sabía que se referían a mi, pero por instinto decidí vacilarles mirando hacia atrás. Lo único que hice fue empeorar las cosas.
Pensaba que nada podía ir peor, pero el caso es que cuando piensas eso, siempre va a peor. Y eso fue lo que pasó, porque mi gran amigo Marcos(es ironía, no es mi amigo) se levantó y dijo.
— Ese es el que buscáis —me delató —
Lo peor es que era verdad, esta era de las pocas veces que ese niñato no mentía. Se podría haber quedado con la boca cerrada. En ese momento le hice un gesto de que le iba a cortar el cuello, claro que al fin y al cabo es solo una amenaza pero en ese momento no me hubiera importado cortárselo de verdad. El caso es que ahora tenía 3 problemas muy grandes y musculosos, si alguien se ha perdido me refiero a los 3 hombres con cara de pocos amigos con unos ojos clavados en mí; es un poco raro pues deben tener unos 35 años y yo tengo 16, es un poco perturbador así que supongo que el querer saber lo que quieren hacer conmigo es otro problema, por lo tanto con este ya sumamos cuatro problemas, y eso que no he contado con el hecho de que tengo que estudiar, aunque sinceramente lo de tener que estudiar no me importaba mucho en ese momento.
Matilda, siendo aún más ingenua que yo, de repente salió gritando y dio un golpe a uno de los tres cachalotes que tenía delante, en concreto el que estaba a mi derecha(para distinguirlos mejor los llamaré: al de la derecha Ricky, al de en medio Picky y al de mi izquierda Icky), bueno es caso es que Ricky acababa de sufrir un duro golpe por parte de una estudiante de mi misma edad en lo que viene siendo... el miembro viril.
— Corred todos —grité, y en especial mirando a Matilda—
En ese momento solo se me ocurría una cosa y era luchar, porque la verdad es que cuando te persiguen tres mastodontes con ganas de liarse a tortazos contigo no se te ocurre jugar al parchís, así que saque el palo que llevaba siempre conmigo lo sacudí fuerte para desplegarlo y le di un buen golpe a Icky en toda la barriga, en este caso abdominales, y cuando se agacho por el golpe le di un rodillazo en la cara aprovechando la ocasión. No me podía creer lo que estaba pasando, más allá del lío que se había montado, yo estaba repartiendo tortas como panes, era surrealista, pero para algo tenía que servir todo el entrenamiento.
Todo estaba saliendo demasiado bien como en los libros de aventuras que suelo leer, aunque sabía que no iba a seguir así.
En ese momento escuché a Matilda gritar y se me echó el mundo encima. En un libro, esta parte sería la de un final que se va complicando pero al final siempre sale bien. En mi caso, solo acababa de empezar, y no tenía muy buena pinta de que fuera a salir bien.
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Lo que el tiempo cambia
Genç KurguSoy Juan, Juan Vrem, y desde los 6 años he vivido en un internado. ¿El motivo? Pues que en 2022 mis padres murieron en un accidente de avión junto a 46 personas más. Soy partidario de que todos tenemos una historia, y la mía empezó cuando tenía 16 a...