CAPÍTULO-6: Control

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Evidentemente lo primero que sentí al oír semejante noticia, fue... ¿alegría? ¿esperanza? Me sentí muy bien durante unos segundos, pero algo dentro de mi me hizo pensar en ¿Por qué no me habían dicho nada hasta ahora? ¿Por qué he tenido que vivir solo durante 10 años sufriendo mientras veía como los demás salían del internado durante las vacaciones para ver a su familia? En cualquier caso, no quise mostrar cómo me sentía al hombre que tenía delante.

— ¿Dónde estoy? —le pregunté—

— Digamos que en un sitio que no conoces —me respondió evitando decir donde— y bastante poco transitado

Básicamente me dio a entender que no mucha gente sabía de ese sitio. Todo me parecía muy raro. Tenía muchas preguntas que hacer.

— ¿Qué quieres? —pregunté—

— Digamos que no queremos nada de lo que tienes, sino que... te queremos a ti —lo dijo muy en serio, y yo me quedé manteniendo una cara de póker, pero me costaba asimilar lo que me estaba diciendo— Por cierto, ahora mismo, no existes en la sociedad, eres como... un fantasma

— Pero... ¿y mis amigos, profesores y compañeros que me conocían? —pregunté inquietado—

— Digamos que les hemos hecho entrar en razón mediante métodos poco convencionales —en su rostro se asomó una sonrisa—

Estaba seguro que mis amigos harían lo que fuera para encontrarme, yo estaba decidido a volverlos a ver. A la vez, todo empezaba a volverse más... ¿raro? Seguía teniendo muchas preguntas, pero antes de formular alguna, el hombre ese levantó la mano y dijo:

— Antes de que me lo preguntes, aquí nos dedicamos a una cosa muy concreta, la información. Hoy en día es muy fácil conseguirla, y es muy útil. Básicamente desde aquí dirigimos todo, desde gobiernos de países hasta empresas multimillonarias. Te sorprendería lo mucho que vale para el ser humano la percepción que tengan de sí mismo —se le volvió a escapar una sonrisa—

No me podía creer lo que me estaba diciendo. En ese momento tenía más preguntas que antes. Volvía a tener la intención de preguntarle algo, le iba a preguntar el porqué de todo lo que hacían. Pero de repente siguió hablando.

— Me preguntarás: ¿por qué hacemos esto?, ¿con qué objetivo lo hacemos? Es muy sencillo, son tres palabras: poder, dinero, control —dijo dando más énfasis en la última palabra—

— Pero eso es ilegal —cada vez me costaba más disimular lo asustado que estaba por la terrible situación—

— Déjame que te pregunte algo —dijo mientras se levantaba y se ponía a dar vueltas por la sala— ¿Qué es legal, y que es ilegal? ¿Lo que un par de personas superiores al resto dicen que lo es o no? Déjame responderte esta pregunta: si — todo lo decía con mucha seguridad— Hoy en día todos siguen lo que manda una persona, pero ¿y si a esa persona la mandas tú? En ese caso las reglas las pone uno mismo, y lo que es más importante, las pone a su favor. Por lo que podría decirse, que es legal.

En ese momento, no hacía falta estar muy bien formado para darse cuenta de que lo que hacían en ese lugar era terrible, era inmoral.

— Y lo mejor viene ahora —me dijo— ¿por qué estás aquí? Vale, básicamente para hacer lo que hacemos, tenemos agentes encargados de vigilar a varias de las personas más influyentes del mundo que extraen la máxima información posible para que en cualquier momento seamos capaces de ¿arruinarles la vida? Si. Así que alguien cercano a ti —soltó otra sonrisa— a querido reclutarte.

— ¿Quién? ¿¡Mi padre!?

— ¿Quién sabe? —evitó la pregunta y continuó hablando— Para acabar, aquí tienes tu horario y mi tarjeta, por si necesitas algo. En unos minutos llegará un agente que se encargará de ti durante tu estancia. Ha sido un placer —mientras salía por la puerta—

No podía creer lo que estaba pasando. Me querían hacer cómplice suyo, porque alguien, que podría ser mi padre, quería que lo fuera. En cualquier caso, estaba decidido en que no iba a caer tan bajo como para robarle la privacidad a alguien; lo que sí que estaba decidido a hacer, era salir de ese sitio.

Mientras esperaba a que me vinieran a recoger, mire la tarjeta del hombre ese, en la que solo estaba su número, no había ninguna otra cosa, ni siquiera su nombre. También estaba el horario que me habían hecho, este contemplaba todos los días de la semana, y la mayoría de las horas las tenía libres, excepto algunas, en las que ponía: taller, entrenamiento o informática. Todo era muy raro, pero me daba curiosidad. De repente sonó la puerta que se abría, y entró alguien.

— Buenos días, soy el agente 03, y a partir de ahora le acompañaré siempre.

En el libro de mi historia, este momento marcó un antes y un después.

Lo que el tiempo cambiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora