6: Seokjin

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Jungkook Carmichael estaba, sin duda, evitándome. Desde hacía un par de semanas. Después de nuestras bromas y acalorado intercambio de mensajes de texto en Ballzeys, a la mañana siguiente había estado notoriamente ausente cuando su equipo de trabajo se había presentado en mi casa. Cuando pregunté casualmente por su ausencia al capataz de la cuadrilla, Stu, me dijo que Jungkook estaba trabajando en otro proyecto al otro lado de la ciudad.

Parecía que durante el invierno se habían visto desbordados por las reformas de las cocinas y, ahora que la primavera intentaba asomarse, las lluvias habían traído consigo abundantes goteras en los tejados. Podría haberme creído esa historia si no hubiera visto a Jungkook cruzando la calle en dirección a mi casa cuando miré por el retrovisor, después de bajar por nuestra calle de camino al trabajo.

Esperaba deliberadamente a que me fuera, y entonces se escabullía por la calle, con una taza de café tamaño viaje en la mano, sin ponerse nunca el maldito abrigo. Sí, sabía que era un cambiaformas, y sí, sabía que probablemente se mantenía caliente como había afirmado. Pero el daddy que llevaba dentro me pedía a gritos que le pusiera un abrigo a mi pequeño. Si descubría que no lo llevaba deliberadamente sólo para desobedecerme, se iba a encontrar con mi mano en su culo.

Whoa, whoa, whoa, mi gato resopló, ¿tu qué ahora? ¿Tu chico? ¿Cuándo pasó eso? Como siempre, te estás adelantando un poco.

Como la mayoría de los días, cuando mi guepardo cuestionaba cualquier cosa que hacía o incluso pensaba, con lo que no estaba de acuerdo, le ignoraba.

Pero había terminado de jugar a este juego del gato y el ratón con Jungkook. Asomándome por la ventana de lo que se estaba convirtiendo en mi sala de estar, le vi... moverse por su casa. Hacía un rato que se había puesto el sol y el salón estaba iluminado con una luz cálida y amarillenta. Aún tenía las cortinas abiertas sobre el gran ventanal que daba al jardín delantero, como era su costumbre.

Me preguntaba si sabía que yo podía verle mientras hacía su rutina nocturna cuando no cerraba aquellas pesadas cortinas. ¿Lo hacía a propósito? ¿O estaba tan acostumbrado a que la casa de enfrente estuviera vacía que ni se le pasó por la cabeza?

No es que me quejara. Si el hombre quería pasearse sin más ropa que sus ajustados calzoncillos, no iba a delatarme diciéndole que cerrara las cortinas. Incluso desde el otro lado de la calle por la noche, con mis ojos de gato podía verle lo suficientemente bien como para saber que su enorme cuerpo estaba cubierto de un pelaje de aspecto delicioso. Su ancho pecho tenía una ligera línea de bello que se estrechaba hasta el vientre y desaparecía en la cintura de los calzoncillos ajustados que prefería. Sus gruesos muslos y sus musculosas pantorrillas estaban cubiertos de deliciosos rizos oscuros.

Me pregunté si su delicioso y redondo culo también tendría una buena cobertura de pelo. Estaba bien de cualquier manera, pero no me importaba un culo peludo. De hecho, me gustaba una fina capa de pelusa de melocotón sobre la que acariciar mis manos.

Como le había visto caminar por su salón hacia lo que yo sabía que conducía a su garaje, y no había vuelto a aparecer, supuse que había salido a hacer un turno. Parecía hacer turnos casi todas las noches. Le daría su tiempo y no le molestaría, aunque a mi guepardo le apetecía una buena carrera. No, estaría demasiado tentado de molestarle y jugar con él si me lo encontraba, y no parecía tomarse muy bien mis bromas. Sí quería tener una conversación sobre explorar una relación daddy/pequeño con él, pero preferiría que no se enfadara conmigo cuando lo tuviéramos. Aunque no iba a dejar que me evitara para siempre. Cuando quería algo, iba a por ello.

Y yo quería a Jungkook Carmichael. Lo quería tanto, tanto. Y no sólo como daddy. La parte omega de mí prácticamente se derretía por dentro cada vez que lo veía.

★Mi Osito Alfa★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora