22: Jungkook

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Una semana después seguía arrepintiéndome de todas mis decisiones vitales. Que parecía ser mi estado de ánimo constante últimamente.

Ryan y yo estábamos en medio de nuestra cita de juegos planeada, y yo sabía una cosa con certeza. Debería haberlo cancelado.

Me sentía como una mierda, y cada minuto que pasaba me sentía peor.

Al levantarme aquella mañana me había sentido fatal y, a medida que avanzaba el día, había ido a peor. La cabeza me palpitaba sin cesar y me dolía la garganta al tragar o intentar hablar. Alternaba ardores con escalofríos. Lo que estaba seguro de que significaba que tenía fiebre. Pero lo peor de todo era que el oído izquierdo me palpitaba sin piedad. Hacia la tarde, todo me sonaba como si estuviera bajo el agua y me costaba oír.

Todo el día había luchado conmigo mismo sobre qué hacer. Sabía que debía cancelar mis planes con Ryan, pero también sabía que necesitaba desesperadamente un poco de tiempo con mi amigo.

Hacía tanto tiempo que no podíamos jugar juntos y yo necesitaba desesperadamente olvidarme de todos mis grandes problemas durante unas horas. Mi necesidad había vencido a mi sentido común.

Durante todo el día no dejé de oír a Seokjin en mi cabeza todas las veces que me había dicho que me pusiera el abrigo. En la última semana había llovido mucho y yo me había mojado en las obras más veces que me había secado. Tendía a pasar calor, sobre todo cuando trabajaba, así que me había deshecho de la chaqueta la mayoría de los días. Si es que la llevaba conmigo. Las mañanas seguían siendo frescas, al igual que las tardes. Y vale, una pequeña parte de mí no se había puesto la chaqueta a propósito algunas veces sólo para poder desafiar a Seokjin, y demostrarle que él no era mi jefe.

Bueno, eso está funcionando bien, refunfuñó mi oso, porque estar enfermo es muy divertido.

Silencio. Nos tomaremos una medicina para el resfriado cuando lleguemos a casa y dormiremos todo el fin de semana. No pasa nada.

Esta noche, Brendan estaba a cargo del bebé Charlie mientras Ryan y yo jugábamos, y nos vigilaba a los tres. Le había sorprendido mirándome con preocupación unas cuantas veces, sobre todo cuando me había limitado a picotear a medias la cena que nos había preparado. Se me había quitado el apetito y nada me sabía bien.

Ahora solo quería acurrucarme en los cojines grandes y mullidos que Brendan nos había regalado, ver una película y tal vez echarme una siesta. Pero Ryan quería colorear, y parecía una tarea más fácil que construir algo con bloques o hacer carreras de coches. Yo no tenía energía para eso. Desganado, pasé el lápiz por una mancha de mi libro de colorear, sin prestar atención siquiera a si seguía las líneas o no.

Quería mi chupete, pero enseguida me di cuenta de que intentar chuparlo con la nariz tan taponado era casi imposible. Respirar ya era bastante difícil e intentar hacerlo con el chupete era demasiado trabajo. Lo que me dio ganas de llorar, porque realmente quería el consuelo de mi chupete, sintiéndome tan mal como me sentía.

Ry me miró de reojo mientras rellenaba minuciosamente el cielo de su página para colorear con tres tonos de azul diferentes. Mirando su perfecto coloreado, puse los ojos en blanco. Era tan extra cuando coloreaba.

"¿Qué pasa, Jungkookie?", preguntó, cogiendo otro tono de azul. ¿Cuántos colores necesitaba para un cielo? Los cielos eran azules. Sólo hacía falta un tono.

Sacudiendo la cabeza, reconocí en silencio que estaba de mal humor y que quizá exageraba un poco con los hábitos de colorear de mi amigo. Siempre que no me encontraba bien, era el proverbial oso con la pata dolorida. Seokjin no se había equivocado al llamarme así.

★Mi Osito Alfa★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora