Dedicado a Grisel, que le encantan mis bobadas e historias. No sabría que hacer sin su apoyo.
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Chelsea sintió serias dudas sobre si fue correcto aceptar la invitación a la boda; la idea de comida gratis pronto se agotó, dando paso al terrible baile de sentimientos encontrados, dolor de pies y bebés en su vientre moviéndose todo el tiempo.
Para peor: era la boda de su ex mejor amigo, antiguo amante y otro hombre que le rompió el corazón.
Pero ¿nerviosa de qué? Dennis ya no era de su preferencia y ni siquiera eran tan cercanos como en su día. No estaba enamorada ni tampoco podía verlo a la cara sin sentir un deje de desprecio. ¿Entonces?
Posó la mano sobre su enorme tripa al tiempo en que el bebé A pataleó inquieto. Ethan condujo tranquilamente en la soleada tarde de sábado; salieron más temprano de lo habitual para asistir al mismo Club de Campo donde ellos se casaron, lugar que los novios eligieron.
Miró al hombre de su vida. Su perfil se le antojó exquisito; lo vio tranquilo, apuesto y mascullando la letra de una canción. Keane sonó por los parlantes, al ritmo de "Your Eyes Open" y favorita del rubio.
Pero nada la preparó para las palabras que le hizo en un semáforo, tomándole la zurda con amor y sin quitar la vista del camino.
—Se que soy lindo, pero tampoco para que me observes tanto. ¿Está todo bien?
Chelsea fingió modestia, pasándose la mano por la elegante coleta de cabello castaño.
—¿No puedo admirar a mi Marco Antonio?
—No, son quince dólares y el asiento de la ventana en el avión en el próximo viaje. —la hizo reír—. Tú estás inquieta, y quiero saber por qué.
Chelsea se sorprendió, tosiendo un poco debido a un escozor en la garganta. Ethan soltó una risita cómplice.
—Yo... No tengo puta idea, si te puedo ser honesta. ¿Será el ver a la novia? ¿Que algo malo pase? ¿Los niños? ¿Qué mi mamá los cuide? Eso sí que es terrorífico.
La aceleración del coche empujó los cuerpos hacia los asientos, la canción terminó e inició algo más alegre en el repertorio. Un rayo de sol le dio directo a los ojos ámbar.
—No estoy tan seguro de eso, por ese lado no va la cosa. Nada malo va a pasarnos a nosotros ni a los niños, y tu mamá no va a convertir a Meghan o Dylan en clones suyos. No voy a dejar que eso pase. —Un suave apretón en su mano le infundió ánimos—. ¿Quieres decirle al viejo Ethan que te pasa?
—Realmente no lo sé, cielo —suspiró frustrada—. Mi sexto sentido me dice que algo va a pasar. Algo que me disgustará mucho, pero no se bien qué. ¿Estoy enloqueciendo? ¿O son las hormonas?
En el aire quedó flotando la verdad oculta. Ethan desvió brevemente la mirada hacia ella, incitándola a continuar.
—No, no estoy celosa ni triste de que se casen. Tu ya sabes eso: para mí lo mío con Dennis está muertísimo y apenas si mantenemos una relación. Por mí que vivan felices comiendo putas perdices, pero creo que me molesta la idea en sí del compromiso. En especial cuando me llegaron rumores...
—Hablamos de eso y decidimos dejarlo correr —rememoró el rubio levantando el índice—. Está por casarse, las malas lenguas siempre corren más rápido.
—¿Y si realmente es así? ¡Estamos hablando del mismísimo Dennis "me voy porque tengo miedo a comprometerme y quiero coger a cuanta persona encuentre" Atkins! —redobló ella—. Tiene veintisiete años, un futuro en la política, ¿y sigue comportándose así?
Ethan meneó su diestra natural, rascándose la afeitada barbilla a continuación.
—Cariño: ya está. Si él hizo esas cosas, es su problema y va a tener que enfrentar las consecuencias cuando llegue el momento.
—No es eso, Eth. Es que el maldito tarado la lastimará y no quiere aceptarlo. —Se adelantó un poco en el asiento y lo miró—. Yo estuve ahí, se lo que es que Dennis Atkins te ponga el cuerno una y mil veces. ¿Y ahora a Kelly? ¿Quién verdaderamente lo ama?
—Chels, basta. Si él se quema con fuego, que se queme. Tu ya eres una hermosa mujer con una vida estable, un marido perfecto que te adora con la vida y unos hijos preciosos que te verán mañana en la mañana. —Chelsea resaltó el auto halago—. Soy divino y agradable, eso es indiscutible. Ahora: vamos a ir a esa boda, comeremos lo que nos den y nos iremos. ¿Feliz?
—Si, mi "marido divino y agradable" a quien yo también amo con locura.
Se entretuvieron cantando por un rato. De Keane pasaron a Coldplay, luego a Taylor Swift y finalmente a Franz Ferdinand.
Arribaron al destino con tiempo de anticipación. La crema y nata de la política norteamericana se reunió, sumado a los amigos de toda la vida y familiares. Elegancia, perfumes importados al igual que excesiva falsedad: el paquete completo para una cuestionable celebracion.
De la mano se hicieron presentes en la enorme terraza. El Club de Campo era un anexo al complejo principal, el Club de Golf de Washington DC, y era un precioso salón con enormes ventanales blancos hacia un complejo de tres niveles de terrazas. Cada una era separado por un puñado de escalones, finas decoraciones con agradables ornamentos; el tercer nivel era el lugar donde los invitados fueron conducidos, lindero al cuidado césped del campo de golf.
El dúo pudo ver en la distancia el decorado nupcial: arco con forma de corazón y ornamentos florales, sillas plegables de blanca madera, tul y telas colgantes sobre las sillas, mecidas por la suave brisa de la tarde. Vaporoso, veraniego y con tintes románticos de película.
Descendieron con calma hacia el sector de recepción; para desconcierto de la castaña un fuerte tirón la sorprendió en su lado izquierdo del abdomen. ¿Y eso?
La pareja saludó s su grupo de años, ahora con dos nuevos integrantes: Sam con Andrew, Delaney junto a su novia Ally, Collin del brazo de Fawkes. El risueño equipo intercambió amorosos recuerdos entre abrazos y sonrisas de oreja a oreja.
Todos elogiaron sus vestimentas formales, pero quien más aplausos se llevó fue la futura madre. Su vestido color azul profundo con escote corazón, mangas cortas y ceñido a su figura; la longitud fue correcta para un evento formal; zapatos de tacón cuña, de gamuza negra y boca de pez, con una fina hebilla ajustándolo al tobillo. Maquillaje suave y peinado de coleta con trenzas uniéndose en la cola de caballo.
Ethan, fiel a la tradicional figura elegante masculina, vistió un pantalón negro con saco a juego, camisa blanca y moño negro. En las muñecas usó los gemelos que su suegro le regaló, un pañuelo en el bolsillo del pecho y un guante cubriendo su mano biónica. Zapatos color nuez de cuero, de punta redondeada y cordones a juego completaron su atuendo.
Bebieron, comieron algunos aperitivos y saludaron a quienes se acercaron. La señora Atkins les dedicó unos cuantos minutos con mucho afecto y cariño, agradeciéndoles por estar presentes en la boda de su hijo. Les estrujó las mejillas (con más cuidado a las mujeres) y las vestimentas.
Repentinamente se puso seria.
—Se que todo está algo raro entre ustedes, pero les agradezco mucho que hayan venido. —Cruzó sus manos delante del fastuoso vestido gris con falda plisada—. A Dex y Kelly le hacía mucha ilusión tenerlos aquí en su día especial, y quería compartirlo sin importar que hayan tomado caminos separados.
Chelsea enarcó una ceja, Ethan le pellizcó el muslo. Quizá no se llevaba tan bien con ella, pero con Delaney y Andrew seguía llevándose razonablemente bien. Trató de mantener rostro de póquer hasta que la emocionada madre se alejó.
Se miraron entre todos, conteniendo las respiraciones al igual que los chismes.
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Sombras del Ayer
FanficDennis, un hombre a punto de casarse, invita a su boda a Ethan Winters y su esposa Chelsea, con quienes compartió una intensa amistad en el pasado. Sin embargo, el encuentro despierta sentimientos olvidados y desencadena una serie de eventos que sac...