Capitulo 4

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Los votos fueron expresados; las caricias a modo de consuelo fueron hechas. ¿Estaba a salvo ya? Su estómago revuelto como un tormentoso mar; sus manos gélidas, iguales a un témpano de hielo. ¿Cuándo terminaría todo? Mordió su lengua con firmeza hasta que el malestar en su cuerpo se redirigió a la boca.

Observó de reojo a sus padres y su hermano, acompañado por su cuñada quien mecía suavemente a su sobrino más pequeño. Su madre lloraba, su padre luchaba por contener la emoción; Devin parecía feliz de ver a su hermano menor convertirse en un hombre.

Todos felices y contentos: lo que siempre quiso. Detrás de ellos sus tíos, sus abuelos y sus primos; todos admiraron la bella pareja. Dos jóvenes en la curva ascendente de su vida; "enamorados" hasta las pestañas y deseando finalmente poder llamarse "marido y mujer".

Necesitó un respiro antes de dar sus votos. Mientras su pareja recitó entre lágrimas, giró la mirada por unos segundos.

Encontró su amiga acariciando su estómago. La imagen quedó grabada a fuego en su mente. ¡Que belleza despampanante! Quiso correr a abrazarla, mencionarle todos los cumplidos del universo y llevársela al fin del mundo.

Lo unico que le quitó la ensoñación fue ver al marido de la mujer.

«Ethan, maldito tipo suertudo. ¿No quieres robarme el lugar por dos segundos? Siempre fuiste bueno con la zalamería, por eso Chelsea te escogió.»

Ella ya no era suya. Nunca lo fue. La dejó ir como un imbécil inmaduro. El mismo la abandonó cuando más lo necesitó; quien le espetó las palabras más hirientes del universo solo porque se sintió dolido por sus acciones. Por sus hijos. Por su elección de vida. Porque escogió a alguien diez años mayor que sí sabía ser un caballero.

Su casi esposa finalizó las dulces palabras al borde del llanto. Apretó sus cálidas manos con fingida dulzura. Se percató que no recordaba ni una sola, menos mal que contrataron a un gran fotógrafo y equipo de vídeo.

—Lo hiciste bien, cielo —murmuró cómplice—. Gracias, te amo.

Tocó su turno; su mente funcionó en piloto automático. Al finalizar, vio que la novia lució aún más conmovida. Celebró su éxito por pocos segundos hasta que no le quedó más alternativa que proseguir.

El Pastor prosiguió con palabras solemnes hasta que mencionó el "hablar en ese instante o callar para siempre". ¿Quién se animaría a interrumpir su matrimonio? ¿Su farsa? ¿Podría ser él quien diera marcha atrás y pidiese detenerlo? ¿Acaso Chelsea llamaría la atención y pediría que no siguieran?

«Vamos C, hazlo. Confiesa que tienes ojos para mí y vives una farsa como yo».

Nada. Chelsea no habló, no se levantó. ¿Por qué lo haría? Ella amaba al otro tipo. Él tampoco tuvo los cojones suficientes para detener todo, evitando lastimar aún más la confianza y orgullo de Kelly «Cobarde, cretino y también hijo de puta. Eso soy»

—Y en este silencio podemos encontrar la paz y la seguridad de este amor que hoy se consagra. —Contuvo el aliento; sus rodillas temblaron—. Sin más dilación, los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia.

Así lo hizo. Procuró poner empeño para lucir extasiado, romántico y casi desesperado por sellar su unión. Convincente para los ojos curiosos e igual que su esposa.

El silencio del ambiente se cortó para dar paso a los vítores y aplausos de los presentes; explotó el confeti plateado a los costados, envolviéndolos en una lluvia de espejitos frágiles y livianos. Kelly miró hacia arriba, colmada de felicidad a un cielo sin nubes.

La boda soñada para ella, la pesadilla perfecta para él.

—¡Lo hicimos, Dex! ¡Lo hicimos!

—¡Si! —exclamó—. ¡Al fin terminó!

Caminaron de la mano por el pasillo cubierto de pétalos rojos; al pasar por entre los invitados vio rostros exultantes, felices por otra exitosa unión. Buscó el rostro de su amiga, quien aplaudió con calma y una sonrisa burlona, ojos analíticos.

Pudo haber engañado a doscientos cuarenta y nueve invitados, pero al número doscientos cincuenta no. Un escalofrío recorrió su cuerpo al dejarla detrás.

Sombras del AyerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora