Capitulo 6

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Copas van y copas vienen. La música a todo por lo alto con los últimos éxitos en su repertorio. Las bebidas le ayudaron a relajar los agarrotados músculos, a dar el primer baile "marido y mujer" y también a bailar tontamente con su esposa.

Nicholas, el suboficial que se transformó en su mejor amigo, le acercó una margarita e hizo festejo cuando se la bebió de un solo trago. Miguel le acercó un Cuba Libre, no le duró ni siquiera dos tragos. Jason le tendió una copa de vino blanco y engulló como si no hubiera un mañana.

Incluso le dio coraje para acercarse algunas veces más a la mesa treinta y dos, intercambiar algunas palabras con sus antiguos amigos y no sentirse agraviado por la presencia de Ethan.

Oh si, escuchó su comentario con todas las luces... A la única que le permitió pisotear su elección de comida fue a Chelsea, a él no.

Cuando sintió los irrefrenables deseos de romperle la cara desistió. Sumado a que sus padres lo miraron de reojo, Devin le pidió prudencia y su nuevo suegro se mostró disgustado. Aceptó la implícita regañoñina y decidió aguantarse de pelear como de beber, pasando a la sosa y confiable agua.

Suspiró exhausto ya sin la chaqueta y la camisa arremangada hasta los codos. La única elegancia visible en él era el moño, aunque bastante desacomodado y hacia uno de los lados. Kelly le besó la mejilla una vez que tomó asiento, él replicó con una caricia en el rostro.

Sonrió de lado al verla; al menos eligió una mujer con buen sentido del ritmo. Aquello fue lo que lo retrotrajo a su ex mejor amiga, a quien siempre le gustó el bailar.

Viró su visión hacia el otro extremo del salón; Chelsea danzaba entre su círculo de confianza con movimientos mucho más comedidos por su gravidez. Le dolió sentirla distante, rodeando a su marido con los brazos para que no se marchara de la pista.

De golpe se sintió morir. Un terrible golpe de realidad fue dado al observarla besar a Ethan. El hombre se resignó a un baile más con su esposa, aceptando sí y solo sí le daba una pequeña muestra de cariño. Con actitud despreocupada ella accedió.

Su resentimiento creció aún más rápido que en los últimos cinco años. Desde que lo conoció nunca le cayó en gracia. Siempre le pareció el típico imbécil con aires de superado, con "modales de caballero" y la necesidad de ser la voz de la razón. Esa sonrisa condescendiente y su mirada de superioridad lo atormentaron. Le resultó insoportable cómo Ethan parecía siempre estar siempre un paso adelante, como si todo lo que hacía lo hiciera parecer mejor.

Nunca se tragó la idea de que Chelsea, la mujer que había sido su mejor amiga, estuviera ahora casada con alguien así. ¿Por qué se quedó? ¿Qué le veía? Las preguntas se arremolinaron en el peor momento posible. Consumirse en sus celos, inseguridades y rencor solo traería desastre.

«Dios, necesito prenderme un puto porro o me reventará la cabeza. Nunca pensé que la música tan alta me iba a dar semejante quebradero de cabeza.»

Vio que su madre se acercó y bailó un poco con la mujer que dejó escapar. Una sonrisa distinta se dibujó en el rostro de Chelsea, casi como si viese a su propia madre ir por ella. El cariño sin dudas era mutuo. Eleanor Atkins siempre la trató como la hija que nunca tuvo.

Su madre volteó de repente, con su vestido largo girando y la falda plateada tomando vuelo. Le señaló con una mano que se acercara; el grupo lo observó con ojos expectantes, casi como si estuviesen rogándole que se arrimarse.

En el momento en que se levantó para darles el gusto, el DJ elevó poco a poco la intensidad lumínica e indicó a los invitados tomar asiento.

Una grata sorpresa para los novios seguiría.

Sin más remedio, volvió a su lugar. La pista quedó vacía para dar paso a las pantallas plegables que se deslizaron hacia abajo, luego de eso los reproductores emitieron una consigna: "De mamá Eleanor, Susy y papá Douglas y Matthew, para Kelly y Dennis".

La muchacha rubia le tomó la mano, sonriéndole alegre y con ojos brillosos. Un vídeo fue transmitido con una serie de fotos a lo largo de sus vidas, desde los primeros momentos hasta dos semanas antes de la boda. Sintió vergüenza al verse de bebé sobre un urinal; fue peor cuando lo mostraron repleto de acné; mejoró cuando su adolescencia tardía se mostró.

Incluso revivió ciertos momentos divertidos: cumpleaños, salidas, escapadas con sus amigos, bailes escolares, etc. No pudo ocultar su felicidad, ni siquiera cuando Chelsea apareció pegada a él en la mitad de las imágenes. Lástima que el maldito verano de fin de curso llegó, con todos sus errores a la vista.

Se mordió el interior de las mejillas al ver la última foto que tenían juntos: su graduación. Recordó que semanas antes de ese gran día tomaron una difícil decisión. Pudo ver que ella le estaba mirando, pero no una la forma agradable.

Más que tristeza vio reproche y enojo. Frustración volátil: la clase que Chelsea manejó desde la cuna. Por otro segundo más aguantó la vista, ella apartó la suya para pasar a cuchichear con su amiga Delaney.

De no haber sido por un apretón de Kelly hubiera roto en llanto; la de orbes celestes señaló el proyector de manera discreta, sonriéndole radiante al ver sus primeras fotos juntos. La vio conmovida, agradecida y sumamente contenta por "su cuento de hadas".

«Al menos hago que alguien sea feliz. Debería bastarme, ¿verdad?»

Sombras del AyerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora