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El silencio de la biblioteca ofrecía un telón de fondo a la tensión palpable entre Hanni y Minji. Mientras exploraban ideas para su proyecto de literatura, las diferencias en sus enfoques chocaban, generando una barrera que parecía insuperable. Pero el destino, en su caprichosa travesía, las unió nuevamente, esta vez para enfrentar un desafío creativo juntas.

—Minji, ¿y si trabajamos en algo que ambos disfrutemos? —sugirió Hanni con una chispa de astucia en sus ojos.

La pelinegra, cruzando los brazos, arqueó una ceja en escepticismo. —Ya te dije que no me gusta compartir mis poemas. Son personales.

La mente astuta de Hanni ya estaba en marcha. Mientras Minji se distraía, la castaña comenzó a hojear la libreta que siempre acompañaba a la pelinegra. Entre las páginas llenas de palabras escritas con pasión, Hanni encontró lo que buscaba: un poema que se destacaba por su sinceridad y vulnerabilidad.

Las palabras revelaban un amor no expresado, el miedo de Minji a perder a Hanni y la razón detrás de su silencio. El poema era un rincón secreto del corazón de la bajita, un lugar donde se plasmaban sus emociones más profundas y auténticas.

Cuando Minji regresó, Hanni la miró con un brillo diferente en los ojos. —Minji, creo que encontramos nuestro proyecto perfecto —anunció, sin revelar aún el descubrimiento que yacía entre las páginas de la libreta.

Minji, desconcertada por la nueva propuesta, preguntó: —¿De qué estás hablando?

Hanni, manteniendo la compostura, respondió con una sonrisa astuta: —De tu poesía. Quiero trabajar en un análisis profundo de uno de tus poemas. Algo que revele tus verdaderos sentimientos.

La sorpresa se reflejó en el rostro de Minji, quien titubeó antes de preguntar: —¿Estás segura de esto?

—Sí, estoy segura. Creo que sería algo poderoso y significativo —respondió Hanni, ocultando hábilmente la verdad que había descubierto entre las líneas escritas.

Minji, con una mezcla de nervios y curiosidad, asintió finalmente. —Está bien, hagámoslo.

La atmósfera en la pequeña habitación de Minji se tornó densa de anticipación. La pelinegra, con los ojos fijos en Hanni, intentaba descifrar qué tramaba su amiga. La ansiedad palpitaba en su pecho, tejiendo un manto de incertidumbre sobre su mente inquieta. ¿Qué poema había seleccionado Hanni? ¿Qué revelaciones se escondían entre las líneas de aquellas palabras escritas con tanta pasión?

Por otro lado, Hanni sostuvo el poema entre sus manos como un tesoro frágil. Mientras sentía las páginas entre sus dedos, las típicas mariposas revoloteaban en su estómago. La profundidad de las palabras escritas por Minji había impactado su corazón de maneras que no podía negar. Era un recordatorio vívido de los sentimientos que la pelinegra guardaba tan celosamente. Sin embargo, Hanni, con una determinación autoimpuesta, se resistía a aceptar la verdad. Se aferraba a su papel de confusión y negación, una danza engañosa que la mantenía alejada de la realidad que se desplegaba ante ella.

Minji, mientras tanto, no podía evitar sentir la aceleración de su propio corazón. La vulnerabilidad de compartir sus poesías, especialmente aquellas que expresaban sus sentimientos más profundos, generaba un vértigo de emociones en su interior. La incertidumbre la envolvía como una niebla inquietante, pero también existía un destello de esperanza, una chispa que anhelaba que Hanni pudiera entender la verdad detrás de las letras entrelazadas.

—Entonces, ¿qué piensas? —preguntó Hanni, rompiendo el silencio tenso que se había instalado en la habitación.

Minji, con la mirada fija en Hanni, respiró profundamente antes de responder: —No sé qué esperas encontrar en esos poemas, pero están ahí para que los analices. No tengo nada que ocultar.

Hanni asintió con una expresión que oscilaba entre la confusión y la complicidad. Las cartas estaban sobre la mesa, y la habitación parecía cargada con la intensidad de emociones no expresadas. Ambas chicas, atrapadas en sus propios laberintos emocionales, se enfrentaban a la verdad que se manifestaba a través de las palabras escritas. El destino, una vez más, tejía su hechizo, guiándolas por un camino incierto, donde las emociones sinceras y las barreras autoimpuestas colisionaban en una danza emocional que solo el tiempo podría descifrar.

𝐁𝐨𝐲𝐟𝐫𝐢𝐞𝐧𝐝  || BbangzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora