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El aula de estudio se sumía en un silencio concentrado mientras Hanni analizaba cada línea del poema con meticulosidad. La hoja que sostenía entre sus manos era un vínculo delicado entre la intimidad de Minji y la curiosidad insaciable de Hanni. Sus ojos se movían con agilidad sobre las palabras, atrapando la esencia de los sentimientos expresados con tinta sobre el papel.

Minji, por su parte, se sumergió en la complejidad de las fórmulas científicas, entregándose a la tarea como una forma de compensar el trato no declarado con Hanni. Cada ecuación escrita era un pacto silencioso, una moneda de cambio por el acceso a los pensamientos más íntimos de la pelinegra.

El aire vibraba con la tensión de expectativas no expresadas. Hanni no podía evitar sentir la intriga y los nervios que se acumulaban en su interior. La cercanía de Minji, su presencia en la misma habitación, era un recordatorio constante de la conexión entre ambas.

En un momento, Hanni desvió la mirada de la hoja y se encontró observando a Minji con una intensidad que no había experimentado antes. La concentración de la bajita, el ceño fruncido y las mordidas fugaces a sus labios crearon una imagen de determinación y belleza que cautivó a Hanni de una manera completamente nueva.

—Minji... —llamó Hanni, dejando escapar su nombre con un susurro tembloroso.

Minji alzó la mirada, sorprendida por la interrupción. Sus ojos se encontraron, y en ese instante, el tiempo pareció detenerse. El silencio, roto solo por el tenue zumbido de la luz y el murmullo distante de la biblioteca, pesaba como una promesa no dicha.

—¿Qué pasa, Hanni? —preguntó Minji, notando la inusual expresión en el rostro de la que fue su amiga.

Hanni, luchando contra sus propios pensamientos y emociones, decidió romper la barrera que las separaba. —Minji, ¿puedo hablar contigo?

Minji asintió, dejando a un lado sus apuntes de ciencias. 

—Claro, ¿sobre qué?

—Sobre nosotras, sobre lo que está sucediendo —confesó Hanni, buscando las palabras correctas.

Una paleta de emociones se reflejó en el rostro de Minji. La incertidumbre, la curiosidad y, tal vez, una chispa de esperanza parpadeaban en sus ojos oscuros.

El aire en la habitación parecía cargado de emociones latentes mientras Minji se resistía a escuchar aquellas palabras de rechazo que imaginaba. Sus ojos oscuros reflejaban la ansiedad, la angustia y el miedo a enfrentar la verdad. Hanni, sintiendo la tensión en el ambiente, decidió romper el silencio y hablar sobre lo que ambas evitaban.

—Minji, necesitamos hablar sobre nosotros, sobre lo que está sucediendo —insistió Hanni, buscando una conexión honesta.

Minji, con la guardia en alto, negó con la cabeza. —No quiero escucharte decir que no me amas. No puedo soportarlo.

Antes de que Hanni pudiera responder, Minji sintió que la detenían suavemente. La castaña, frustrada por la negativa de Minji, decidió cambiar las reglas del juego. Tomándola de la camiseta del uniforme, Hanni atrajo a Minji hacia ella, cerrando la brecha entre ambas. Sus labios se encontraron en un beso lento, cargado de cariño y calidez.

Minji, inicialmente sorprendida, se dejó llevar por la intensidad del beso. Sus manos buscaron el apoyo del muslo de Hanni, gesto que no pretendía ser intrusivo, sino más bien un intento de sostenerse en medio de la marejada de emociones que las envolvía. El beso se volvió más apasionado, con Minji respondiendo a la iniciativa de Hanni, entregándose a la corriente de sensaciones que fluían entre ambas.

Entre ligeros mordiscos y suspiros compartidos, Minji y Hanni exploraron la profundidad de aquel momento. El tiempo parecía desvanecerse, dejando solo espacio para la conexión palpable entre ambas. Sin embargo, la falta de aire finalmente se hizo ineludible, obligándolas a separarse.

Minji, con la respiración entrecortada, miró a Hanni con una mezcla de sorpresa y deseo aún presente en sus ojos. Hanni, por su parte, sostenía la mirada de Minji con una expresión que mezclaba la urgencia y la complicidad.

—No necesitamos palabras ahora, Minji —dijo Hanni, acariciando suavemente la mejilla de la pelinegra—. Solo permíteme estar contigo, sentir lo que ambos compartimos.

Minji asintió, incapaz de articular palabras en ese momento. Ambas chicas, atrapadas en el torbellino de emociones, se enfrentaban a una nueva realidad, explorando los límites de su conexión mientras el futuro se extendía ante ellas, lleno de incertidumbre y posibilidad.

𝐁𝐨𝐲𝐟𝐫𝐢𝐞𝐧𝐝  || BbangzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora