✧ 𝗗𝗥𝗘𝗔𝗠𝗦

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AÑO 128 D

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AÑO 128 D.C.
KING'S LANDING

La noche se alzaba, silenciosa, sobre los torreones de la Fortaleza Roja, pero para Helaena Targaryen el descanso era un espejismo que se desvanecía con cada latido. Sus sueños no eran refugios de paz, sino puertas abiertas al abismo del porvenir. No podía huir de ellos, como tampoco podía olvidarlos. Eran espejos distorsionados de un destino cruel, jirones de un mañana teñido de rojo.

Los fragmentos de sus visiones la asaltaban sin tregua: fuego y sangre entrelazándose en una danza macabra, gritos de dolor arrastrados por el viento, sombras reptando por los pasillos de su hogar. A veces, al despertar, el eco de esas imágenes aún ardía en su mente como brasas en la noche. No podía olvidarlas. No podía ignorarlas.

Y entonces, el sueño que marcó su alma como hierro candente.

Vio el fin de su inocencia en la sombra de una corona impuesta. Su padre, el rey Viserys, había cerrado los ojos a este mundo y con él se había sellado el destino de su familia. Su hermano-esposo, Aegon, ceñía la corona dorada en Pozo Dragón, la muchedumbre clamando su nombre mientras su madre, con manos temblorosas, colocaba sobre sus sienes la corona de reina. Pero no había júbilo en su corazón, solo un presentimiento aciago que la atravesaba como una daga invisible.

Después vino el horror.

La Fortaleza Roja, su hogar, mancillada por la venganza. Los asesinos, Sangre y Queso, deslizándose en la oscuridad como espectros hambrientos. Sus pasos resonaron en la Torre de la Mano, donde ella, confiada, había llevado a sus hijos. No lo sabía entonces, pero esa decisión sería su condena.

Ellos irrumpieron con la furia de la muerte misma, ojos ávidos, manos firmes. No pedían riquezas ni gloria. Pedían dolor.

━━Elige ━━ordenaron. ━.Un hijo por un hijo

Su aliento quedó atrapado en su pecho. Su mirada voló a sus pequeños, a sus rostros inocentes que aún desconocían la verdadera crueldad del mundo. Quiso ofrecerse en su lugar, suplicar por piedad, rogar a los dioses que tomaran su vida en vez de la de sus hijos. Pero los dioses guardaron silencio.

━━Un ojo por un ojo. Un hijo por un hijo.

Y entonces lo hizo. Con el alma partida, con la garganta cerrada por la angustia, eligió. Maelor. El más joven, quizá por que aún no entendía la razón del mundo, La decisión pesó en su lengua como veneno.

━━¿La has oído, pequeñín? ━se burló Queso, uno de los asesinos━. Tu madre ha pedido tu muerte.

Pero la tragedia no se sacia con una elección. En un cruel giro del destino, Jaehaerys fue el elegido por las manos impías de aquellos verdugos. Vio el cuerpo de su hijo caer, vio su sangre pintar el suelo, sintió su corazón desgarrarse en un dolor que no tenía nombre. Quiso gritar hasta romper el mundo, pero su voz se ahogó en su propia pena, los gritos que alumbraron la Fortaleza fueron lo que alertó a todos.

Desde aquella noche, el tiempo perdió su significado. Su alma quedó encadenada a aquel cuarto teñido de verde, a la última mirada de su pequeño Jaehaerys. Maelor la miraba con ojos que ya no eran de niño, sino de quien ha visto el horror demasiado pronto, ya no podía ver a su propio hijo a la cara, que clase de madre sería si no?

Ella, Helaena, la reina, la esposa, la madre, se rompió.

El mundo ardía en guerra, pero ella no. Se convirtió en sombra de sí misma, un espectro que vagaba por la Fortaleza Roja, ausente de la contienda que destrozaba su linaje. Su dragón, su conexión con el fuego y el cielo, dejó de escucharla. La Reina Verde se marchitó antes de tiempo, perdida en un dolor que nadie podía comprender.

Y entonces, en la frontera entre el sueño y la vigilia, una voz se alzó entre la bruma de su mente.

"Una segunda oportunidad tienes, acepta la misericordia divina. Puedes cambiar el destino de tus lágrimas a cambio de una muerte. Un sacrificio por un sacrificio."

Las palabras danzaron en su mente como un susurro de los dioses. No eran un engaño. No eran solo un sueño. Eran una promesa.

Podía salvarlos.

Podía cambiar el destino tejido en la oscuridad.

Podía evitar que la sangre de sus hijos se derramara sobre las piedras frías de la Fortaleza Roja.

Lo haría.

No importaba el precio. No importaba el sacrificio.

El destino de sus hijos no sería sellado con su llanto.

Sería ella quien escribiría el final.

Sería ella quien escribiría el final

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CAPITULO CERO, RENDERIZADO.

──𝐒𝐄𝐂𝐎𝐍𝐃 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐂𝐄 ✶「 ʜᴇʟᴀᴇɢᴏɴ 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora