❝Softly❞ 「ItaFushi」

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La relación de amistad se ha visto notoriamente deteriorada desde el día en que Yuuji trató de forma distinta a la habitual a Megumi.

Los días siguieron su curso con normalidad, pero Fushiguro sentía que el tiempo transcurría muchísimo más lento que de costumbre y no sabía si atribuirlo a lo mal que se ha sentido emocionalmente, a los pensamientos obsesivos que corren libremente por su psique o a la distancia que Itadori estableció entre ambos. Tan solo han pasado tres días y su cuerpo no da para más, lo único que anhela es que llegue el fin de semana para hundirse por completo en la miseria, acurrucado bajo sus acogedoras sábanas, escuchando en bucle las canciones más deprimentes de su banda favorita mientras sus dos enormes perros se recuestan a sus pies.

Todo ha estado bastante extraño y según él, no es quien ha presentado algún cambio de actitud o haya hecho algo en específico para que su (estúpido) mejor amigo, de forma abrupta y desconsiderada, haya creado entre los dos una horrible pared que los tiene separados cada uno por su lado.

Cada vez que intenta acercarse a Yuuji, este evita conectar la mirada con la suya, evade conversaciones e incluso, ha dejado de comportarse tan pegote como lo habitual. Es extraño, y gracias a la distancia es que Megumi comenzó a percatarse de que su forma de sentirse al respecto con todo esto era fuera de lo común, dirigiendo sus pisadas a un terreno muy peligroso del que sospechaba, mas no quería enfrentarlo.

"¿Me gusta Itadori?".

Las horas pasan y la respuesta a aquella pregunta comienza a verse cada vez con más nitidez.

Actualmente, Megumi volvió del receso en compañía de Kugisaki, quien no había dejado de parlotear acerca de un nuevo set de lociones corporales que quería adquirir cuando recibiera su mesada. Una vez terminada la conversación, ambos se dirigieron a sus puestos, siendo costumbre que Nobara se sentara en su silla a retocarse el maquillaje y Megumi fuese recibido por los brazos tan reconfortantes de Yuuji enredados en su cuello.

Sin embargo, con lo ocurrido días atrás, lo último había dejado de suceder.

Recorrió con sus ojos verdes el salón hasta dar con el pupitre de Itadori, encontrándoselo notoriamente concentrado leyendo un nuevo comic que había despertado su interés la semana pasada. Megumi suspiró pesadamente, observando con atención el movimiento de sus largos dedos al cambiar las páginas de la revista, agitándose con tanta delicadeza y elegancia que sintió sus sentidos completamente cautivos.

En el fondo de su corazón, muy adentro, extraña enormemente el toque de su tersa piel.

Está seguro de que algo le pasa, lleva días pensándolo y nadie va a convencerlo de lo contrario. Necesita, no, mejor dicho, le urgen respuestas.

Dio unas cuantas zancadas hasta su mejor amigo, colocándose ruidosamente a un lado del banco y a propósito, con el objetivo de llamar su atención; misión que pudo cumplir.

— Itadori, ¿por qué has estado raro estos días? — escupió en cuanto Yuuji lo miró por primera vez en el día, conectando con aquellos ojos almendra tan redondos como dos piedras majestuosas. Extraña tener la atención de sus bonitos destellos color miel.

Los últimos días, Itadori ha estado utilizando un desagradable mecanismo de defensa sacado del trasero que lo único que está provocando es aumentar la brecha que lo separa de Megumi, acrecentar los niveles de su propia ansiedad y formular el triple de pensamientos negativos.

Yuuji sintió que el mundo se le caía encima cuando vio a su mejor amigo con una chica, automáticamente pasándose un millón de películas frente a sus ojos que CLARAMENTE no sucedieron. Sin embargo, por supuesto que no iba a saberlo, menos si no había sido capaz de acercarse al menos una vez a preguntarle directamente. Bueno, para él y su mente cegatona y fantasiosa estaba clarísimo lo que vio, incluso, se atreve a decir que Megumi probablemente ya está de novio con la muchacha.